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Observatorio de Relaciones Internacionales y Derechos Humanos
Diplomacia, derechos humanos y desaparecidos
En su libro «Razón de Estado, perseguidos políticos argentinos sin refugio: diplomacia, derechos humanos y desaparecidos», Enrico Calamai narra su experiencia diplomática durante esos cinco años en el Cono Sur, ofreciendo una valiosa crónica política de la época y dejando lecciones sobre cómo debe actuar la diplomacia democrática en países donde no existe el estado de derecho y se reprime a los opositores.Por Gabriel C. Salvia
Las prácticas de diplomacia comprometida consisten en la ayuda que brindan funcionarios del servicio exterior a las víctimas de la persecución y el hostigamiento político, y son más comprometidas cuando se realizan sin recibir instrucciones para hacerlo. Este último fue el caso del diplomático italiano Enrico Calamai, quien cumplió funciones entre 1972 y 1977 tanto en Argentina como en Chile.
En su libro "Razón de Estado, perseguidos políticos argentinos sin refugio: diplomacia, derechos humanos y desaparecidos" (Asociación Cultural Toscana de Buenos Aires, 2007), publicado originalmente en italiano con el título "Niente asilo político", Calamai narra su experiencia diplomática durante esos cinco años en el Cono Sur, ofreciendo una valiosa crónica política de la época y dejando lecciones sobre cómo debe actuar la diplomacia democrática en países donde no existe el estado de derecho y se reprime a los opositores.
Al respecto, Calamai afirma: "pude comprobar las posibilidades reales de intervención humanitaria que ofrecen los privilegios y las inmunidades reconocidas por el derecho internacional. Imagino una diplomacia que los emplee en función de los valores de la sociedad civil". Y agrega, "la inteligencia de la diplomacia debe encontrar la manera de interponerse entre la brutalidad del poder y sus víctimas; el primero, sólo preocupado por la eliminación de cualquier posible opositor, las segundas, en busca de cualquier puerta abierta para su supervivencia física".
Sin embargo, lo que abunda en la diplomacia que cumple funciones en países gobernados por dictaduras, como fue el caso argentino, es la indiferencia. Para Calamai, "La tentación de hacer como si no pasara nada, da vértigo... Hay una manera para no ser culpable yo también: hacer algo. Extender mis privilegios a quien deambula por la ciudad en busca de ayuda". Y concluye: "existe una fuerza instintiva que empuja al hombre normal a ayudar a quien se encuentra en peligro...Para mí, son anormales los otros, los que no ven o hacen como si no viesen, o peor todavía, no hacen a pesar de ver".
El libro de Enrico Calamai retrata la brutalidad de las dictaduras militares de Chile y Argentina. En Santiago de Chile, Calamai convivió en la embajada de Italia en Santiago con centenares de perseguidos políticos que finalmente obtuvieron asilo y salvaron sus vidas. En Buenos Aires salvó centenares de vidas de descendientes de italianos, a quienes les conseguía pasaportes y podían viajar a Italia desde Montevideo.
Pero en Argentina, al primero que logró ayudar fue a un perseguido de la triple A, la organización criminal para-estatal creada por José López Rega durante el gobierno democrático de Isabel Perón.
El autor recuerda que luego del golpe del 24 de marzo de 1976 y los casos de desaparecidos, "Nunca es convocado en Roma el embajador argentino en Italia para presentarle una nota de protesta formal; nunca se considera la posibilidad de interrumpir las relaciones diplomáticas; nunca, en Buenos Aires, se abren las puertas a los perseguidos que, hay que repetirlo, en esos momentos deambulaban por la ciudad sin ningún refugio y que todavía podrían haber sido salvados".
A Calamai se lo acusaba de ayudar a sus "amigos guerrilleros", una patraña para criticar su labor humanitaria y también para justificar la indiferencia. Es cierto que el hermano de Enrico Calamai era un activo militante comunista en Italia, pero en su libro no deja de criticar el papel de complicidad del Partido Comunista Argentino y la Unión Soviética con la dictadura militar argentina. Y hasta su propio hermano fue criticado por el PCA a raíz de sus artículos denunciando la situación en la Argentina.
Y para que no queden dudas de su humanismo, dedica también sus críticas a la violencia política de todo tipo. Por ejemplo, cuando luego de escuchar a un militante chileno asilado en la embajada de Italia en Santiago argumentar en favor de la vía armada, señala: "no consigo aceptar que se recurra a la violencia como instrumento político, ni siquiera frente a una situación política impuesta con la violencia". Y en otra parte del libro cuando concluye: "he escuchado tantas atrocidades que no soporto que se me pongan a teorizar sobre la violencia. No lograría aceptarla jamás aun cuando se demostrase victoriosa. Además, se que no es así, que cuando se llega a una confrontación en términos militares aumenta la represión, y el que paga es siempre el pueblo, el mismo que se quería liberar".
Este libro es en particular de lectura obligatoria para diplomáticos y estudiantes de relaciones internacionales, y una obra muy recomendable para quienes quieran informarse más sobre los años de plomo en el Cono Sur y el papel de la comunidad internacional.
Gabriel C. SalviaDirector GeneralActivista de derechos humanos enfocado en la solidaridad democrática internacional. En 2024 recibió el Premio Gratias Agit del Ministerio de Relaciones Exteriores de la República Checa. Es autor de los libros "Memoria, derechos humanos y solidaridad democrática internacional" (2024) y "Bailando por un espejismo: apuntes sobre política, economía y diplomacia en los gobiernos de Cristina Fernández de Kirchner" (2017). Además, compiló varios libros, entre ellos "75 años de la Declaración Universal de Derechos Humanos: Miradas desde Cuba" (2023), "Los derechos humanos en las relaciones internacionales y la política exterior" (2021), "Desafíos para el fortalecimiento democrático en la Argentina" (2015), "Un balance político a 30 años del retorno a la democracia en Argentina" (2013) y "Diplomacia y Derechos Humanos en Cuba" (2011), Sus columnas de opinión han sido publicadas en varios medios en español. Actualmente publica en Clarín, Perfil, Infobae y La Nación, de Argentina. Ha participado en eventos internacionales en América Latina, África, Asia, Europa, los Balcanes y en Estados Unidos. Desde 1992 se desempeña como director en Organizaciones de la Sociedad Civil y es miembro fundador de CADAL. Como periodista, trabajó entre 1992 y 1997 en gráfica, radio y TV especializado en temas parlamentarios, políticos y económicos, y posteriormente contribuyó con entrevistas en La Nación y Perfil.
Las prácticas de diplomacia comprometida consisten en la ayuda que brindan funcionarios del servicio exterior a las víctimas de la persecución y el hostigamiento político, y son más comprometidas cuando se realizan sin recibir instrucciones para hacerlo. Este último fue el caso del diplomático italiano Enrico Calamai, quien cumplió funciones entre 1972 y 1977 tanto en Argentina como en Chile.
En su libro "Razón de Estado, perseguidos políticos argentinos sin refugio: diplomacia, derechos humanos y desaparecidos" (Asociación Cultural Toscana de Buenos Aires, 2007), publicado originalmente en italiano con el título "Niente asilo político", Calamai narra su experiencia diplomática durante esos cinco años en el Cono Sur, ofreciendo una valiosa crónica política de la época y dejando lecciones sobre cómo debe actuar la diplomacia democrática en países donde no existe el estado de derecho y se reprime a los opositores.
Al respecto, Calamai afirma: "pude comprobar las posibilidades reales de intervención humanitaria que ofrecen los privilegios y las inmunidades reconocidas por el derecho internacional. Imagino una diplomacia que los emplee en función de los valores de la sociedad civil". Y agrega, "la inteligencia de la diplomacia debe encontrar la manera de interponerse entre la brutalidad del poder y sus víctimas; el primero, sólo preocupado por la eliminación de cualquier posible opositor, las segundas, en busca de cualquier puerta abierta para su supervivencia física".
Sin embargo, lo que abunda en la diplomacia que cumple funciones en países gobernados por dictaduras, como fue el caso argentino, es la indiferencia. Para Calamai, "La tentación de hacer como si no pasara nada, da vértigo... Hay una manera para no ser culpable yo también: hacer algo. Extender mis privilegios a quien deambula por la ciudad en busca de ayuda". Y concluye: "existe una fuerza instintiva que empuja al hombre normal a ayudar a quien se encuentra en peligro...Para mí, son anormales los otros, los que no ven o hacen como si no viesen, o peor todavía, no hacen a pesar de ver".
El libro de Enrico Calamai retrata la brutalidad de las dictaduras militares de Chile y Argentina. En Santiago de Chile, Calamai convivió en la embajada de Italia en Santiago con centenares de perseguidos políticos que finalmente obtuvieron asilo y salvaron sus vidas. En Buenos Aires salvó centenares de vidas de descendientes de italianos, a quienes les conseguía pasaportes y podían viajar a Italia desde Montevideo.
Pero en Argentina, al primero que logró ayudar fue a un perseguido de la triple A, la organización criminal para-estatal creada por José López Rega durante el gobierno democrático de Isabel Perón.
El autor recuerda que luego del golpe del 24 de marzo de 1976 y los casos de desaparecidos, "Nunca es convocado en Roma el embajador argentino en Italia para presentarle una nota de protesta formal; nunca se considera la posibilidad de interrumpir las relaciones diplomáticas; nunca, en Buenos Aires, se abren las puertas a los perseguidos que, hay que repetirlo, en esos momentos deambulaban por la ciudad sin ningún refugio y que todavía podrían haber sido salvados".
A Calamai se lo acusaba de ayudar a sus "amigos guerrilleros", una patraña para criticar su labor humanitaria y también para justificar la indiferencia. Es cierto que el hermano de Enrico Calamai era un activo militante comunista en Italia, pero en su libro no deja de criticar el papel de complicidad del Partido Comunista Argentino y la Unión Soviética con la dictadura militar argentina. Y hasta su propio hermano fue criticado por el PCA a raíz de sus artículos denunciando la situación en la Argentina.
Y para que no queden dudas de su humanismo, dedica también sus críticas a la violencia política de todo tipo. Por ejemplo, cuando luego de escuchar a un militante chileno asilado en la embajada de Italia en Santiago argumentar en favor de la vía armada, señala: "no consigo aceptar que se recurra a la violencia como instrumento político, ni siquiera frente a una situación política impuesta con la violencia". Y en otra parte del libro cuando concluye: "he escuchado tantas atrocidades que no soporto que se me pongan a teorizar sobre la violencia. No lograría aceptarla jamás aun cuando se demostrase victoriosa. Además, se que no es así, que cuando se llega a una confrontación en términos militares aumenta la represión, y el que paga es siempre el pueblo, el mismo que se quería liberar".
Este libro es en particular de lectura obligatoria para diplomáticos y estudiantes de relaciones internacionales, y una obra muy recomendable para quienes quieran informarse más sobre los años de plomo en el Cono Sur y el papel de la comunidad internacional.