Artículos
Defensa de la Libertad de Expresión Artística
A pesar de los autoritarismos, la música no para
La música es la expresión artística que ha tenido más violaciones a la libertad de expresión según la organización danesa Freemuse. Es muy difícil para esta disciplina salir adelante en contextos donde no se les permiten cosas tan básicas como dar un concierto. Los países con gobiernos autoritarios son los principales autores de esta injusticia e intolerancia.Por Dolores Barón
Para los músicos, lo que hacen como el oxígeno: algo vital. Es muy difícil para ellos vivir sin hacer música. En un contexto donde no se tolera el cambio y la expresión se limita a la ideología del gobierno de turno, es una vida consternada para un artista. No es novedad que por todos los continentes, algunos países siguen teniendo ideas más bien conservadoras, pero lo peor no es eso. No toleran la crítica, la libertad, lo moderno, lo distinto.
El caso de China es uno de los que más resuena. Un país donde todo parece estar bien, pero hay censuras por las cosas más insólitas. Por ejemplo, con un caso de 2018, en donde la nueva versión de Winnie the Pooh, “Christopher Robin”, fue censurada por ser un símbolo de disidencia política con el Presidente Xi Jinping, ya que lo comparaban con el osito animado. Da la pauta que cualquier molestia que genere en el Presidente, es contenido que puede ser bajado, silenciado, automáticamente eliminado. En la industria musical, sigue siendo igual de difícil. Los tatuajes y los aros se convierten en borrones, pequeñas manchas fuera de foco en los videoclips musicales.
El furor del K-POP no se puede disfrutar en China, ya que las relaciones con Corea del Sur no son las mejores y por esto, los grupos son censurados y no pueden tocar ahí. Pero también artistas más reconocidos mundialmente, como el joven canadiense Justin Bieber, quien tiene prohibido el ingreso al país. Según la BBC, el Ministerio de Cultura de Beijing comunicó que no puede ir a China por “mal comportamiento” y para empezar a “purificar el ambiente de los escenarios”.
En Turquía también es difícil la vida de los músicos. En el país la gran mayoría de las censuras es por cuestiones políticas como críticas al gobierno y, por otra parte, se discrimina mucho a la minoría kurda, un grupo étnico iraní del oeste asiático, proveniente de la región llamada “Kurdistán”. Específicamente en el mundo de la música, hay casos particulares como el de Ferhat Tunç, un artista musical turco que de acuerdo a lo informado por Freemuse fue sentenciado a un año, once meses y doce días de prisión por realizar “propaganda a una organización terrorista”. El cantante está fuertemente comprometido con la lucha por los derechos de la comunidad kurdish y su condena se debe a un posteo que hizo en las redes sociales apoyando a las fuerzas kurdish para pelear contra el Estado islámico. Además, la corte turca también sentenció a una cantante alemana-kurda, Hozan Kane, a prisión por seis años por estar asociada a un partido político kurdo denominado como PKK (Partido de los Trabajadores de Kurdistán).
En África, la cosa está igual o peor. Como en casi todos los países con contextos autoritarios, Egipto sigue el patrón en donde la mayoría de la censura es realizada por el gobierno. A tal punto que en 2016, según Index on Censorship, el Ministerio de Antigüedades hizo cancelar un concierto recordando el quinto aniversario de la Revolución Egipcia. La banda que iba a tocar, Elawela Balady, hace alusión a cuestiones sociales y políticas en sus canciones que tal vez no eran del agrado para el gobierno. Y solo por eso cancelaron un concierto entero, que no solo era mera música, sino un honor y celebración a la historia del país. Además, el Comité de Censura en Egipto ya bajó de las redes muchos vídeos por tener connotaciones sexuales y cantantes o modelos femeninas con poca vestimenta. Consideran que es inadecuado e indecente y los más conservadores lo justifican diciendo que no va con la tradición musulmana. Todo esto fue hecho dos meses después de haber realizado una reforma constitucional (en 2014) en donde se garantizaba la libertad de expresión y opinión. Y nada ha cambiado.
Uganda es un ejemplo más de la censura por parte del gobierno: ¡las letras de los músicos deben llevarse como un proyecto de ley para ver si se pueden publicar o no! Porque la música tiene que ver con eso, con el Poder Legislativo. Se convierte en una norma, cuando debería ser sin restricciones. Freemuse reportó el caso de Viboyo, una cantante que fue arrestada por usar palabras “obscenas” para referirse al Presidente de Uganda en sus canciones. A Robert Kyagulanyi (Bobi Wine) le cancelaron el show, también por criticar al Poder Ejecutivo nacional. Hay una notoria y alevosa intolerancia hacia todo aquel que cuestione el contexto y régimen político, incluso en la industria del entretenimiento y la música. Pero, ¿qué se puede esperar de un Presidente que en el siglo XXI quiere prohibir el sexo oral? Se vive como él quiere vivir o no se vive. Vivir y dejar vivir.
En América Latina están Cuba y Venezuela, las dos situaciones que se ven más de cerca desde Argentina. Respecto al primer país hay dos raperos que actualmente se encuentran en prisión por oponerse abiertamente al decreto 349, que priva la libertad de expresión de los artistas. Ellos son Maikel Castillo y Lázaro Leonardo Rodríguez Betancourt, mejor conocido como “Pupito”. Ambos se habían cocido la boca en señal de huelga de hambre y silencio por la injusticia de un decreto que criticaron y que los llevó a prisión por expresar sus opiniones. Lo último que se sabe de Castillo es que fue sentenciado a un año y medio de prisión. En el caso de Pupito, su expediente fue entregado el 7 de febrero y devuelto a la fiscalía el 23 de ese mismo mes por falta de pruebas contra él, es decir, estaba vacío y sin investigaciones ni causas contra él. Por esto, el rapero denuncia que hay una cierta arbitrariedad de parte de las autoridades para ejercer el poder.
Por otro lado, en Venezuela la situación es cada vez más crítica y la mayoría de los músicos deben irse a otro país a proseguir su carrera musical. Según un artículo publicado en el diario “El País”, que contó con la participación de músicos venezolanos, la migración suele ser la única salida laboral para quien quiera dedicar su vida a las artes musicales. Eso si se es contrario a los intereses del gobierno, claro. No cuentan con Apple Music o Spotify para difundir sus proyectos, lo cual es una pieza clave en la llegada de sus creaciones. El único medio que tienen es YouTube. Músicos independientes con una amplia trayectoria musical como Alejandro Ghersi, que produjo a Bjork y Kanye West, se vio forzado a irse de su país. Además, la mayoría de los festivales independientes como “Rap Latino Fest”, “Caracas Pop Festival”, “Sin Mordaza”, entre otros, empezaron a desaparecer. Charlie Papa, un músico venezolano, citó a Gustavo Cerati para referirse a la situación en su país y dijo: “Sacar belleza de este caos es virtud”.
Algunos son silenciados, otros exiliados de su país, a otros no los dejan entrar, a otros los detienen y son encarcelados y el resto es perseguido. Pero eso no puede ser más así. Por eso es tan importante luchar por derechos humanos tan básicos como la libertad de expresión y opinión. Más por algo como el arte y con ello, la música. No importa cuántas veces quieran frenar a la música, pues como dijo una vez Eduardo Galeano: “Cuando es verdadera, cuando nace de la necesidad de decir, a la voz humana no hay quien la pare”.
Para los músicos, lo que hacen como el oxígeno: algo vital. Es muy difícil para ellos vivir sin hacer música. En un contexto donde no se tolera el cambio y la expresión se limita a la ideología del gobierno de turno, es una vida consternada para un artista. No es novedad que por todos los continentes, algunos países siguen teniendo ideas más bien conservadoras, pero lo peor no es eso. No toleran la crítica, la libertad, lo moderno, lo distinto.
El caso de China es uno de los que más resuena. Un país donde todo parece estar bien, pero hay censuras por las cosas más insólitas. Por ejemplo, con un caso de 2018, en donde la nueva versión de Winnie the Pooh, “Christopher Robin”, fue censurada por ser un símbolo de disidencia política con el Presidente Xi Jinping, ya que lo comparaban con el osito animado. Da la pauta que cualquier molestia que genere en el Presidente, es contenido que puede ser bajado, silenciado, automáticamente eliminado. En la industria musical, sigue siendo igual de difícil. Los tatuajes y los aros se convierten en borrones, pequeñas manchas fuera de foco en los videoclips musicales.
El furor del K-POP no se puede disfrutar en China, ya que las relaciones con Corea del Sur no son las mejores y por esto, los grupos son censurados y no pueden tocar ahí. Pero también artistas más reconocidos mundialmente, como el joven canadiense Justin Bieber, quien tiene prohibido el ingreso al país. Según la BBC, el Ministerio de Cultura de Beijing comunicó que no puede ir a China por “mal comportamiento” y para empezar a “purificar el ambiente de los escenarios”.
En Turquía también es difícil la vida de los músicos. En el país la gran mayoría de las censuras es por cuestiones políticas como críticas al gobierno y, por otra parte, se discrimina mucho a la minoría kurda, un grupo étnico iraní del oeste asiático, proveniente de la región llamada “Kurdistán”. Específicamente en el mundo de la música, hay casos particulares como el de Ferhat Tunç, un artista musical turco que de acuerdo a lo informado por Freemuse fue sentenciado a un año, once meses y doce días de prisión por realizar “propaganda a una organización terrorista”. El cantante está fuertemente comprometido con la lucha por los derechos de la comunidad kurdish y su condena se debe a un posteo que hizo en las redes sociales apoyando a las fuerzas kurdish para pelear contra el Estado islámico. Además, la corte turca también sentenció a una cantante alemana-kurda, Hozan Kane, a prisión por seis años por estar asociada a un partido político kurdo denominado como PKK (Partido de los Trabajadores de Kurdistán).
En África, la cosa está igual o peor. Como en casi todos los países con contextos autoritarios, Egipto sigue el patrón en donde la mayoría de la censura es realizada por el gobierno. A tal punto que en 2016, según Index on Censorship, el Ministerio de Antigüedades hizo cancelar un concierto recordando el quinto aniversario de la Revolución Egipcia. La banda que iba a tocar, Elawela Balady, hace alusión a cuestiones sociales y políticas en sus canciones que tal vez no eran del agrado para el gobierno. Y solo por eso cancelaron un concierto entero, que no solo era mera música, sino un honor y celebración a la historia del país. Además, el Comité de Censura en Egipto ya bajó de las redes muchos vídeos por tener connotaciones sexuales y cantantes o modelos femeninas con poca vestimenta. Consideran que es inadecuado e indecente y los más conservadores lo justifican diciendo que no va con la tradición musulmana. Todo esto fue hecho dos meses después de haber realizado una reforma constitucional (en 2014) en donde se garantizaba la libertad de expresión y opinión. Y nada ha cambiado.
Uganda es un ejemplo más de la censura por parte del gobierno: ¡las letras de los músicos deben llevarse como un proyecto de ley para ver si se pueden publicar o no! Porque la música tiene que ver con eso, con el Poder Legislativo. Se convierte en una norma, cuando debería ser sin restricciones. Freemuse reportó el caso de Viboyo, una cantante que fue arrestada por usar palabras “obscenas” para referirse al Presidente de Uganda en sus canciones. A Robert Kyagulanyi (Bobi Wine) le cancelaron el show, también por criticar al Poder Ejecutivo nacional. Hay una notoria y alevosa intolerancia hacia todo aquel que cuestione el contexto y régimen político, incluso en la industria del entretenimiento y la música. Pero, ¿qué se puede esperar de un Presidente que en el siglo XXI quiere prohibir el sexo oral? Se vive como él quiere vivir o no se vive. Vivir y dejar vivir.
En América Latina están Cuba y Venezuela, las dos situaciones que se ven más de cerca desde Argentina. Respecto al primer país hay dos raperos que actualmente se encuentran en prisión por oponerse abiertamente al decreto 349, que priva la libertad de expresión de los artistas. Ellos son Maikel Castillo y Lázaro Leonardo Rodríguez Betancourt, mejor conocido como “Pupito”. Ambos se habían cocido la boca en señal de huelga de hambre y silencio por la injusticia de un decreto que criticaron y que los llevó a prisión por expresar sus opiniones. Lo último que se sabe de Castillo es que fue sentenciado a un año y medio de prisión. En el caso de Pupito, su expediente fue entregado el 7 de febrero y devuelto a la fiscalía el 23 de ese mismo mes por falta de pruebas contra él, es decir, estaba vacío y sin investigaciones ni causas contra él. Por esto, el rapero denuncia que hay una cierta arbitrariedad de parte de las autoridades para ejercer el poder.
Por otro lado, en Venezuela la situación es cada vez más crítica y la mayoría de los músicos deben irse a otro país a proseguir su carrera musical. Según un artículo publicado en el diario “El País”, que contó con la participación de músicos venezolanos, la migración suele ser la única salida laboral para quien quiera dedicar su vida a las artes musicales. Eso si se es contrario a los intereses del gobierno, claro. No cuentan con Apple Music o Spotify para difundir sus proyectos, lo cual es una pieza clave en la llegada de sus creaciones. El único medio que tienen es YouTube. Músicos independientes con una amplia trayectoria musical como Alejandro Ghersi, que produjo a Bjork y Kanye West, se vio forzado a irse de su país. Además, la mayoría de los festivales independientes como “Rap Latino Fest”, “Caracas Pop Festival”, “Sin Mordaza”, entre otros, empezaron a desaparecer. Charlie Papa, un músico venezolano, citó a Gustavo Cerati para referirse a la situación en su país y dijo: “Sacar belleza de este caos es virtud”.
Algunos son silenciados, otros exiliados de su país, a otros no los dejan entrar, a otros los detienen y son encarcelados y el resto es perseguido. Pero eso no puede ser más así. Por eso es tan importante luchar por derechos humanos tan básicos como la libertad de expresión y opinión. Más por algo como el arte y con ello, la música. No importa cuántas veces quieran frenar a la música, pues como dijo una vez Eduardo Galeano: “Cuando es verdadera, cuando nace de la necesidad de decir, a la voz humana no hay quien la pare”.