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Defensa de la Libertad de Expresión Artística
Como se dice en buen cubano: «Pa’ lante el carro»
Frank Batista es la voz principal de la Rice and Beans y creador del proyecto solista Dante’s playground. Aunque es difícil elegir un solo género o categoría para describir su música, puede decirse que su trabajo gira en torno al metal melódico, con una amplia aceptación por otros géneros musicales. Canciones como Kuva ponen en evidencia la realidad social y económica de la isla, la disparidad entre el producto Cuba for export y aquello que los habitantes de la isla reciben a cambio.Por Cecilia Noce
El 27 de noviembre de 2020 quedará como un día hito en la historia de la vida cultural de Cuba. La protesta pacífica, espontánea frente al Ministerio de Cultura en La Habana de alrededor de 300 miembros del mundo artístico, incluyendo intelectuales, académicos, periodistas y gestores culturales, tuvo demandas bien concretas: libertad de expresión, de asociación y de creación. Esos derechos básicos tienen un fuerte impacto en la vida cultural de Cuba, especialmente en las condiciones que posibilitan o no el desarrollo del arte independiente.
Las demandas encontraron eco fuera de La Habana, en otras localidades, poniendo luz sobre la situación que los artistas viven fuera de la capital, entre ellas en Matanzas, donde Frank Batista junto a un grupo de jóvenes se reunió en apoyo de sus colegas frente al Ministerio de Cultura. La acción le valió una noche en prisión y un interrogatorio con la Seguridad del Estado. Su participación llevó a preguntarle a él y otros músicos independientes cómo trabajan, crean y producen fuera de los circuitos de La Habana.
Frank Batista es la voz principal de la Rice and Beans y creador del proyecto solista Dante’s playground. Aunque es difícil elegir un solo género o categoría para describir su música, puede decirse que su trabajo gira en torno al metal melódico, con una amplia aceptación por otros géneros musicales. No puede ser menos, considerando que los Rice and Beans lleva 20 de años de trayectorias en los que han editado tres discos: A child again (2004), Vegetational Protein (2007) y The need to see (2009). En 2008 obtuvieron el premio Cuerda Viva a la “banda más popular”. Han organizado y participado de varios festivales, como Ciudad Metal en Santa Clara, Metal HG en Holguín y Rey Metal en Pinar del Río.
Canciones como Kuva ponen en evidencia la realidad social y económica de la isla, la disparidad entre el producto Cuba for export y aquello que los habitantes de la isla reciben a cambio. El anclaje en la realidad que viven se debe en gran medida al proceso de composición. Desde los inicios, Frank ha utilizado para escribir sus canciones “las vivencias y experiencias propias y de seres queridos”, intentando adoptar “una panorámica más amplia, a nivel de ser humano o especie”. Componer sobre Cuba, es de hecho, hablar de lo humano. En este sentido, Frank defiende su sueño: “creo que necesitamos encarecidamente unirnos a nivel mundial, sin fronteras, embajadas, religiones ni gobiernos, utópico, lo sé, pero es mi sueño”.
Sus palabras permiten entrever cómo producen músicos como él. Cuando debe describir la escena musical independiente de Matanzas en la actualidad, Frank es contundente: desfallece. En gran parte por el fenómeno del Covid-19, pero también por el rol que cumplen las instituciones de cultura cubana, entre las cuales se encuentran empresas estatales como el Centro Provincial de la Música “Rafael Somavilla” y la Asociación Hermanos Saíz.
El Rafael Somavilla debería ser la institución que garantice trabajos y contactos en circuitos de Matanzas, incluidos los grandes hoteles de Varadero. Sin embargo, no cumple con los objetivos de su misión; por el contrario, para Frank la “institución, carente de un trabajo decente sigue embolsillándose un porcentaje de cientos de entidades musicales y nunca nos ha dado ni una cuerda de guitarra”. Frank, como otros músicos independientes, sobrevive a base de conseguir contactos, palancas, “mientras ellos tienen 4 operadores abanicándose la entrepierna”.
Además del propio espíritu y las redes que van armando, los Rice and Beans, sí pueden contar con ayuda de la Asociación Hermanos Saíz de Matanzas que, a diferencia del Rafael Somavilla, siempre está “velando por el movimiento de aficionados de la provincia”.
Con influencias de distintos estilos y bandas, entre las cuales se destacan “Deftones, Guns and Roses, Alice in Chains, Cannibal Corpse, Chevelle o Mötley Crüe, en la arena internacional y grupos del calibre de Zeus, Tribal, Breakdown, Chlover y Escape”, en lo nacional, Frank sostiene que su relación con el mundo cultural de la capital y fuera de ella es vasto: “Siempre intentamos mantener contacto con la capital y con nuestros hermanos de lucha en la batalla de un estilo musical que aún se haya a mucha distancia de ser bien visto y de recibir la difusión que merece. Tratamos de ayudarnos entre todos, sin importar estilos ni vertiente que practiquen”.
A pesar de las dificultades, Frank Batista sigue apostando a la música, a su música. O como dice él: “Pa’lante el carro”. De hecho, los Rice and Beans ya preparan su cuarto álbum que incluye “temas que fueron compuestos en su gran mayoría durante la cuarentena de mediados de 2020 y que hablan de temas tan variados como el miedo a la muerte y la proclividad del ser humano a la inconsecuencia”. Por ahora, quieren titularlo “Whiste by the Graveyard”, aunque, aclara Frank, “el nombre puede cambiar durante el proceso de grabación, ya nos enteraremos todos cuando la musa nos susurre sus deseos”.
Al fin de cuentas, el sello de la trayectoria de los Rice and Beans ha sido ejercer la libertad de elegir qué tocar y no dejarse encasillar en un formato preestablecido: “si suena bien y está correctamente construido, se prueba y se graba”.
Cecilia NoceInvestigadora AsociadaDoctoranda en Ciencias Sociales Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires, beca UBACyT (Universidad de Buenos Aires); Maestría en Sociología de la cultura y análisis cultural, Instituto de Altos Estudios Sociales, Universidad Nacional de San Martín, Argentina- Año 2014; Postgrado Internacional “Gestión y Política en la comunicación y cultura”, Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), Año 2005; Licenciada en Letras, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires; e Investigadora del Grupo de Estudios de Asia y América Latina, Instituto de Estudios sobre América Latina y el Caribe, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires.
El 27 de noviembre de 2020 quedará como un día hito en la historia de la vida cultural de Cuba. La protesta pacífica, espontánea frente al Ministerio de Cultura en La Habana de alrededor de 300 miembros del mundo artístico, incluyendo intelectuales, académicos, periodistas y gestores culturales, tuvo demandas bien concretas: libertad de expresión, de asociación y de creación. Esos derechos básicos tienen un fuerte impacto en la vida cultural de Cuba, especialmente en las condiciones que posibilitan o no el desarrollo del arte independiente.
Las demandas encontraron eco fuera de La Habana, en otras localidades, poniendo luz sobre la situación que los artistas viven fuera de la capital, entre ellas en Matanzas, donde Frank Batista junto a un grupo de jóvenes se reunió en apoyo de sus colegas frente al Ministerio de Cultura. La acción le valió una noche en prisión y un interrogatorio con la Seguridad del Estado. Su participación llevó a preguntarle a él y otros músicos independientes cómo trabajan, crean y producen fuera de los circuitos de La Habana.
Frank Batista es la voz principal de la Rice and Beans y creador del proyecto solista Dante’s playground. Aunque es difícil elegir un solo género o categoría para describir su música, puede decirse que su trabajo gira en torno al metal melódico, con una amplia aceptación por otros géneros musicales. No puede ser menos, considerando que los Rice and Beans lleva 20 de años de trayectorias en los que han editado tres discos: A child again (2004), Vegetational Protein (2007) y The need to see (2009). En 2008 obtuvieron el premio Cuerda Viva a la “banda más popular”. Han organizado y participado de varios festivales, como Ciudad Metal en Santa Clara, Metal HG en Holguín y Rey Metal en Pinar del Río.
Canciones como Kuva ponen en evidencia la realidad social y económica de la isla, la disparidad entre el producto Cuba for export y aquello que los habitantes de la isla reciben a cambio. El anclaje en la realidad que viven se debe en gran medida al proceso de composición. Desde los inicios, Frank ha utilizado para escribir sus canciones “las vivencias y experiencias propias y de seres queridos”, intentando adoptar “una panorámica más amplia, a nivel de ser humano o especie”. Componer sobre Cuba, es de hecho, hablar de lo humano. En este sentido, Frank defiende su sueño: “creo que necesitamos encarecidamente unirnos a nivel mundial, sin fronteras, embajadas, religiones ni gobiernos, utópico, lo sé, pero es mi sueño”.
Sus palabras permiten entrever cómo producen músicos como él. Cuando debe describir la escena musical independiente de Matanzas en la actualidad, Frank es contundente: desfallece. En gran parte por el fenómeno del Covid-19, pero también por el rol que cumplen las instituciones de cultura cubana, entre las cuales se encuentran empresas estatales como el Centro Provincial de la Música “Rafael Somavilla” y la Asociación Hermanos Saíz.
El Rafael Somavilla debería ser la institución que garantice trabajos y contactos en circuitos de Matanzas, incluidos los grandes hoteles de Varadero. Sin embargo, no cumple con los objetivos de su misión; por el contrario, para Frank la “institución, carente de un trabajo decente sigue embolsillándose un porcentaje de cientos de entidades musicales y nunca nos ha dado ni una cuerda de guitarra”. Frank, como otros músicos independientes, sobrevive a base de conseguir contactos, palancas, “mientras ellos tienen 4 operadores abanicándose la entrepierna”.
Además del propio espíritu y las redes que van armando, los Rice and Beans, sí pueden contar con ayuda de la Asociación Hermanos Saíz de Matanzas que, a diferencia del Rafael Somavilla, siempre está “velando por el movimiento de aficionados de la provincia”.
Con influencias de distintos estilos y bandas, entre las cuales se destacan “Deftones, Guns and Roses, Alice in Chains, Cannibal Corpse, Chevelle o Mötley Crüe, en la arena internacional y grupos del calibre de Zeus, Tribal, Breakdown, Chlover y Escape”, en lo nacional, Frank sostiene que su relación con el mundo cultural de la capital y fuera de ella es vasto: “Siempre intentamos mantener contacto con la capital y con nuestros hermanos de lucha en la batalla de un estilo musical que aún se haya a mucha distancia de ser bien visto y de recibir la difusión que merece. Tratamos de ayudarnos entre todos, sin importar estilos ni vertiente que practiquen”.
A pesar de las dificultades, Frank Batista sigue apostando a la música, a su música. O como dice él: “Pa’lante el carro”. De hecho, los Rice and Beans ya preparan su cuarto álbum que incluye “temas que fueron compuestos en su gran mayoría durante la cuarentena de mediados de 2020 y que hablan de temas tan variados como el miedo a la muerte y la proclividad del ser humano a la inconsecuencia”. Por ahora, quieren titularlo “Whiste by the Graveyard”, aunque, aclara Frank, “el nombre puede cambiar durante el proceso de grabación, ya nos enteraremos todos cuando la musa nos susurre sus deseos”.
Al fin de cuentas, el sello de la trayectoria de los Rice and Beans ha sido ejercer la libertad de elegir qué tocar y no dejarse encasillar en un formato preestablecido: “si suena bien y está correctamente construido, se prueba y se graba”.