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Promoción de la Apertura Política en Cuba
Cuba, el elefante en la sala que nadie quiere ver
Diaz-Canel puede enunciar en un acto público que Cuba es una dictadura sin ruborizarse porque la comunidad regional e internacional, política y de la sociedad civil, así se lo permiten. Cuba es el elefante dentro de la sala que nadie quiere señalar. Todos saben que es una dictadura y lo ha sido hace décadas pero se hacen malabares mentales con diversos argumentos para negar las prácticas represivas del gobierno cubano, empujados por nostalgia de lo que no pudo ser.Por Cecilia Noce
El pasado domingo 29 de noviembre el presidente cubano Miguel Diaz-Canel se apersonó en una marcha “espontánea” de sectores ligados al arte que se manifestaba a favor del gobierno en el parque Trillo de La Habana. La concentración se realizó en oposición a la protesta de unos 300 miembros del sector cultural, el viernes 27 de ese mes frente al Ministerio de Cultura. Ese encuentro que comenzó con una decena de artistas leyendo poesía lentamente se convirtió en una manifestación masiva y espontánea, un hecho histórico para Cuba. Se realizó en apoyo de los activistas del Movimiento San Isidro que han llevado adelante una campaña pacífica, con lecturas de poesía y huelgas de hambre, pidiendo la libertad de los músicos de rap Didier Almagro y Denis Solís.
Ese viernes 27 de noviembre, los manifestantes, en su mayoría jóvenes, buscaron establecer un puente, una mesa de diálogo con el gobierno. Los reclamos eran pocos y contundentes para una asamblea de este tipo: libertad de expresión, libertad de creación y condiciones para un arte independiente, es decir que pueda realizarse por fuera del control de las instituciones estatales y para estatales.
La respuesta de Díaz-Canel fue contundente: “en Cuba hay espacio de diálogo para todo lo que sea revolución”. O lo que en otras palabras significa: dentro de la revolución, todo; por fuera, nada. Así se definen las dictaduras de pensamiento y creencia únicos donde quedan, de hecho, prohibidas la libertad de expresión, de pensamiento y de asociación.
Hay quienes aún creen que las libertades básicas deben someterse al credo de la revolución, basado en la promesa de una sociedad justa. ¿Es posible pensar en la justicia sin libertades individuales? ¿Cómo es posible imaginar una sociedad justa en la que uno es obligado a pensar, creer, decir y juntarse con quienes otros indican? El absurdo, sin embargo, se sostiene en la idea de que primero la justicia y después el lujo de las libertades. Suspender las libertades hoy en pos de un valor superior sea la revolución de Díaz-Canel o los valores cristianos de Jair Bolsonaro es atentar contra los principios fundamentales de la vida democrática. Las libertades de pensamiento, expresión y asociación son la piedra fundamental que permite que los derechos humanos sean para todos, “sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición” (Artículo 2 de la Declaración Universal de Derechos Humanos).
Diaz-Canel puede enunciar en un acto público que Cuba es una dictadura sin ruborizarse porque la comunidad regional e internacional, política y de la sociedad civil, así se lo permiten. Cuba es el elefante dentro de la sala que nadie quiere señalar. Todos saben que es una dictadura y lo ha sido hace décadas pero se hacen malabares mentales con diversos argumentos para negar las prácticas represivas del gobierno cubano, empujados por nostalgia de lo que no pudo ser. Un sueño caduco ante el cual se sacrifica la vida de los cubanos. El sueño exótico de la abundancia tropical. Nada más lejano de la realidad. El gobierno cubano distribuye hace décadas carencias. Crisis económica, alimentaria, habitacional. La comunidad regional e internacional también se hace la distraída en este punto. En las cuestiones cubanas, cualquiera puede y es culpado, menos su dirigencia política.
Para este miércoles 2 de diciembre el gobierno cubano debe dar respuesta a las demandas de la semana pasada. En estos días, varios artistas han sido detenidos por horas, han recibido escraches, han sido golpeados, hostigados y amenazados, hasta por ejemplo Tania Bruguera, una referente de la cultura independiente cubana reconocida internacionalmente. Sería deseable que la respuesta del Ministro de Cultura sea algo diferente a vallas y gases lacrimógenos. Depende, en parte, de observar y denunciar lo que sucede.
Cecilia NoceInvestigadora AsociadaDoctoranda en Ciencias Sociales Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires, beca UBACyT (Universidad de Buenos Aires); Maestría en Sociología de la cultura y análisis cultural, Instituto de Altos Estudios Sociales, Universidad Nacional de San Martín, Argentina- Año 2014; Postgrado Internacional “Gestión y Política en la comunicación y cultura”, Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), Año 2005; Licenciada en Letras, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires; e Investigadora del Grupo de Estudios de Asia y América Latina, Instituto de Estudios sobre América Latina y el Caribe, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires.
El pasado domingo 29 de noviembre el presidente cubano Miguel Diaz-Canel se apersonó en una marcha “espontánea” de sectores ligados al arte que se manifestaba a favor del gobierno en el parque Trillo de La Habana. La concentración se realizó en oposición a la protesta de unos 300 miembros del sector cultural, el viernes 27 de ese mes frente al Ministerio de Cultura. Ese encuentro que comenzó con una decena de artistas leyendo poesía lentamente se convirtió en una manifestación masiva y espontánea, un hecho histórico para Cuba. Se realizó en apoyo de los activistas del Movimiento San Isidro que han llevado adelante una campaña pacífica, con lecturas de poesía y huelgas de hambre, pidiendo la libertad de los músicos de rap Didier Almagro y Denis Solís.
Ese viernes 27 de noviembre, los manifestantes, en su mayoría jóvenes, buscaron establecer un puente, una mesa de diálogo con el gobierno. Los reclamos eran pocos y contundentes para una asamblea de este tipo: libertad de expresión, libertad de creación y condiciones para un arte independiente, es decir que pueda realizarse por fuera del control de las instituciones estatales y para estatales.
La respuesta de Díaz-Canel fue contundente: “en Cuba hay espacio de diálogo para todo lo que sea revolución”. O lo que en otras palabras significa: dentro de la revolución, todo; por fuera, nada. Así se definen las dictaduras de pensamiento y creencia únicos donde quedan, de hecho, prohibidas la libertad de expresión, de pensamiento y de asociación.
Hay quienes aún creen que las libertades básicas deben someterse al credo de la revolución, basado en la promesa de una sociedad justa. ¿Es posible pensar en la justicia sin libertades individuales? ¿Cómo es posible imaginar una sociedad justa en la que uno es obligado a pensar, creer, decir y juntarse con quienes otros indican? El absurdo, sin embargo, se sostiene en la idea de que primero la justicia y después el lujo de las libertades. Suspender las libertades hoy en pos de un valor superior sea la revolución de Díaz-Canel o los valores cristianos de Jair Bolsonaro es atentar contra los principios fundamentales de la vida democrática. Las libertades de pensamiento, expresión y asociación son la piedra fundamental que permite que los derechos humanos sean para todos, “sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición” (Artículo 2 de la Declaración Universal de Derechos Humanos).
Diaz-Canel puede enunciar en un acto público que Cuba es una dictadura sin ruborizarse porque la comunidad regional e internacional, política y de la sociedad civil, así se lo permiten. Cuba es el elefante dentro de la sala que nadie quiere señalar. Todos saben que es una dictadura y lo ha sido hace décadas pero se hacen malabares mentales con diversos argumentos para negar las prácticas represivas del gobierno cubano, empujados por nostalgia de lo que no pudo ser. Un sueño caduco ante el cual se sacrifica la vida de los cubanos. El sueño exótico de la abundancia tropical. Nada más lejano de la realidad. El gobierno cubano distribuye hace décadas carencias. Crisis económica, alimentaria, habitacional. La comunidad regional e internacional también se hace la distraída en este punto. En las cuestiones cubanas, cualquiera puede y es culpado, menos su dirigencia política.
Para este miércoles 2 de diciembre el gobierno cubano debe dar respuesta a las demandas de la semana pasada. En estos días, varios artistas han sido detenidos por horas, han recibido escraches, han sido golpeados, hostigados y amenazados, hasta por ejemplo Tania Bruguera, una referente de la cultura independiente cubana reconocida internacionalmente. Sería deseable que la respuesta del Ministro de Cultura sea algo diferente a vallas y gases lacrimógenos. Depende, en parte, de observar y denunciar lo que sucede.