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Promoción de la Apertura Política en Cuba
Las Damas de Blanco. Las mujeres de los prisioneros de la Primavera Negra de Cuba
«Los gobiernos democráticos de América Latina deberían pronunciarse firmemente denunciando la represión política en Cuba y dejar de respaldar la participación de ese gobierno en organismos internacionales, como lo han hecho en la desprestigiada Comisión de Derechos Humanos de la ONU. Sus misiones diplomáticas en La Habana deberían reunirse constantemente con disidentes cubanos y defensores de los derechos humanos. No podemos cruzarnos de brazos y resignarnos ante una realidad como esta. Nadie debe hacerse ilusiones sobre el carácter del gobierno cubano. No podemos romantizar ningún aspecto de este sistema cruel».
Del prólogo de José Miguel Vivanco, Director para las Americas de Human Rights WatchAutora: Erika Lüters GamboaPrólogo: José Miguel VivancoPublicado por: CADAL y Fundación Konrad AdenauerPublicación: 2006
Las Damas de Blanco surgieron durante la celebración del Día de la Madre del año 2003, cuando un grupo de mujeres debió asumir las consecuencias de la detención arbitraria de sus familiares. El grupo se formó de manera espontánea; hoy cuenta con la participación de mujeres provenientes de todo el país, que profesan diversos credos religiosos y tienen distintas posiciones políticas, pero comparten una causa común: lograr la libertad inmediata de sus familiares, injustamente detenidos durante el período de mayor represión que Cuba haya conocido en los últimos años.
A pesar de no hablar de religión o política, o quizás precisamente por eso, las Damas de Blanco continuaron sus encuentros y ganaron creciente reconocimiento en Cuba y en el exterior. El grupo fue uno de los tres galardonados con el prestigioso Premio Andrei Sajarov 2005 a la Libertad de Conciencia que el Parlamento Europeo concede cada año para reconocer a quienes luchan por la protección de los derechos humanos, la promoción de la democracia, la cooperación internacional y la defensa del Estado de Derecho. El gobierno cubano, sin embargo, en una reacción consistente con sus políticas represivas, no permitió que representantes del grupo viajaran a Francia para recibir el premio en diciembre de 2005.
Los gobiernos democráticos de América Latina deberían pronunciarse firmemente denunciando la represión política en Cuba y dejar de respaldar la participación de ese gobierno en organismos internacionales, como lo han hecho en la desprestigiada Comisión de Derechos Humanos de la ONU. Sus misiones diplomáticas en La Habana deberían reunirse constantemente con disidentes cubanos y defensores de los derechos humanos. No podemos cruzarnos de brazos y resignarnos ante una realidad como esta. Nadie debe hacerse ilusiones sobre el carácter del gobierno cubano. No podemos romantizar ningún aspecto de este sistema cruel, o justificar en modo alguno los abusos cometidos por Fidel Castro.
José Miguel Vivanco
Director REgional de las Américas
Human Rights Watch