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Observatorio de Relaciones Internacionales y Derechos Humanos
¿Dónde estaban los pacifistas cuando se denunciaban las violaciones a los DDHH en Siria?
Se van a cumplir dos años del EPU de Siria en Ginebra, período en el que se perdieron muchísimas vidas y en el que no se vio a organizaciones estudiantiles, de derechos humanos y referentes sociales del “pacifismo” denunciando los crímenes del régimen antidemocrático de Bashar Al-Assad. En realidad, no se puede al mismo tiempo defender la paz y mantener una actitud de apoyo o neutralidad frente a un régimen represor de las libertades democráticas.Por Gabriel C. Salvia
El 7 de octubre de 2011, mientras la dictadura que gobierna en Siria reprimía y mataba ante la vista del mundo entero, se realizaba su Examen Periódico Universal (EPU) en el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas. Como en pocas oportunidades, esta ocasión mostró las divisiones políticas de los gobiernos latinoamericanos: por un lado, hubo un grupo activamente comprometido con las prácticas autoritarias, liderado por Venezuela, Cuba y Ecuador; y otro crítico de la situación interna en Siria, conformado por Chile, Brasil, Uruguay y Perú.
En efecto, en el diálogo interactivo realizado en Ginebra, Brasil le recomendaba a Siria que respetara la libertad de asociación y expresión; Uruguay reiteraba su preocupación por la violenta represión de protestas pacíficas, el incremento de actos contrarios a las leyes internacionales de derechos humanos y consideraba que Siria debía liberar a los prisioneros de conciencia y detenidos arbitrariamente y poner fin a las intimidaciones, persecuciones y arrestos arbitrarios; Chile llamaba a Siria a generar condiciones para poner fin a la violencia y la represión, aseguraba que el estado de emergencia debía ser levantado para poder garantizar los derechos humanos y le recomendaba liberar a todos los detenidos por expresar libremente sus opiniones; y Perú, de manera firme, lamentaba que Siria no estuviera a la altura de los compromisos asumidos en marzo de 2011 relacionados con el mantenimiento de los más altos estándares en la protección de los derechos humanos y tomando nota que no había cursado una invitación permanente a los procedimientos especiales y no autorizaba el acceso de la relatora especial que hacía referencia a la situación de los defensores de los derechos humanos.
Contrariamente, Cuba felicitaba a Siria por “la apertura al diálogo con la oposición”, le recomendaba seguir confrontando cualquier intento de intervención extranjera en sus asuntos internos, así como seguir tomando medidas a nivel nacional guiados por sus “legítimas autoridades” como una solución política a lo que está sucediendo en el país; Ecuador reafirmaba el “derecho de las personas a la autodeterminación, el respeto por la soberanía y la integridad territorial y el principio de no intervención en los asuntos internos de otros Estados”; y la República Bolivariana de Venezuela, yendo un poco más lejos que sus socios del ALBA, señalaba que “a pesar de las serias dificultades y sufrimientos, Siria había enviado un mensaje de compromiso para con los derechos humanos”.
Posteriormente al análisis del EPU de Siria, el 1 de junio de 2012 el Consejo de Derechos Humanos de la ONU votó una resolución condenando “El deterioro de la situación de los Derechos Humanos en Siria y los recientes asesinatos en El-Houleh”, que reunió 41 votos afirmativos, 2 abstenciones y 3 negativos. Las abstenciones fueron de Ecuador y Uganda, mientras que por la negativa se pronunciaron Cuba, Rusia y China. Entre la abrumadora mayoría de 41 países que votaron en favor de esta resolución se encontraron Chile, Costa Rica, Guatemala, México, Perú y Uruguay.
Se van a cumplir dos años del EPU de Siria en Ginebra, período en el que se perdieron muchísimas vidas y en el que no se vio a organizaciones estudiantiles, de derechos humanos y referentes sociales del “pacifismo” denunciando los crímenes del régimen antidemocrático de Bashar Al-Assad. ¿Cuántas vidas se habrían salvado si la presión internacional contra la dictadura siria hubiese sido tan activa como las protestas de ahora ante un eventual ataque “quirúrgico” por parte de los Estados Unidos? En realidad, no se puede al mismo tiempo defender la paz y mantener una actitud de apoyo o neutralidad frente a un régimen represor de las libertades democráticas.
Fuente: Infobae.com (Buenos Aires, Argentina) 7 de septiembre de 2013
Gabriel C. SalviaDirector GeneralActivista de derechos humanos enfocado en la solidaridad democrática internacional. En 2024 recibió el Premio Gratias Agit del Ministerio de Relaciones Exteriores de la República Checa. Es autor de los libros "Memoria, derechos humanos y solidaridad democrática internacional" (2024) y "Bailando por un espejismo: apuntes sobre política, economía y diplomacia en los gobiernos de Cristina Fernández de Kirchner" (2017). Además, compiló varios libros, entre ellos "75 años de la Declaración Universal de Derechos Humanos: Miradas desde Cuba" (2023), "Los derechos humanos en las relaciones internacionales y la política exterior" (2021), "Desafíos para el fortalecimiento democrático en la Argentina" (2015), "Un balance político a 30 años del retorno a la democracia en Argentina" (2013) y "Diplomacia y Derechos Humanos en Cuba" (2011), Sus columnas de opinión han sido publicadas en varios medios en español. Actualmente publica en Clarín, Perfil, Infobae y La Nación, de Argentina. Ha participado en eventos internacionales en América Latina, África, Asia, Europa, los Balcanes y en Estados Unidos. Desde 1992 se desempeña como director en Organizaciones de la Sociedad Civil y es miembro fundador de CADAL. Como periodista, trabajó entre 1992 y 1997 en gráfica, radio y TV especializado en temas parlamentarios, políticos y económicos, y posteriormente contribuyó con entrevistas en La Nación y Perfil.
El 7 de octubre de 2011, mientras la dictadura que gobierna en Siria reprimía y mataba ante la vista del mundo entero, se realizaba su Examen Periódico Universal (EPU) en el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas. Como en pocas oportunidades, esta ocasión mostró las divisiones políticas de los gobiernos latinoamericanos: por un lado, hubo un grupo activamente comprometido con las prácticas autoritarias, liderado por Venezuela, Cuba y Ecuador; y otro crítico de la situación interna en Siria, conformado por Chile, Brasil, Uruguay y Perú.
En efecto, en el diálogo interactivo realizado en Ginebra, Brasil le recomendaba a Siria que respetara la libertad de asociación y expresión; Uruguay reiteraba su preocupación por la violenta represión de protestas pacíficas, el incremento de actos contrarios a las leyes internacionales de derechos humanos y consideraba que Siria debía liberar a los prisioneros de conciencia y detenidos arbitrariamente y poner fin a las intimidaciones, persecuciones y arrestos arbitrarios; Chile llamaba a Siria a generar condiciones para poner fin a la violencia y la represión, aseguraba que el estado de emergencia debía ser levantado para poder garantizar los derechos humanos y le recomendaba liberar a todos los detenidos por expresar libremente sus opiniones; y Perú, de manera firme, lamentaba que Siria no estuviera a la altura de los compromisos asumidos en marzo de 2011 relacionados con el mantenimiento de los más altos estándares en la protección de los derechos humanos y tomando nota que no había cursado una invitación permanente a los procedimientos especiales y no autorizaba el acceso de la relatora especial que hacía referencia a la situación de los defensores de los derechos humanos.
Contrariamente, Cuba felicitaba a Siria por “la apertura al diálogo con la oposición”, le recomendaba seguir confrontando cualquier intento de intervención extranjera en sus asuntos internos, así como seguir tomando medidas a nivel nacional guiados por sus “legítimas autoridades” como una solución política a lo que está sucediendo en el país; Ecuador reafirmaba el “derecho de las personas a la autodeterminación, el respeto por la soberanía y la integridad territorial y el principio de no intervención en los asuntos internos de otros Estados”; y la República Bolivariana de Venezuela, yendo un poco más lejos que sus socios del ALBA, señalaba que “a pesar de las serias dificultades y sufrimientos, Siria había enviado un mensaje de compromiso para con los derechos humanos”.
Posteriormente al análisis del EPU de Siria, el 1 de junio de 2012 el Consejo de Derechos Humanos de la ONU votó una resolución condenando “El deterioro de la situación de los Derechos Humanos en Siria y los recientes asesinatos en El-Houleh”, que reunió 41 votos afirmativos, 2 abstenciones y 3 negativos. Las abstenciones fueron de Ecuador y Uganda, mientras que por la negativa se pronunciaron Cuba, Rusia y China. Entre la abrumadora mayoría de 41 países que votaron en favor de esta resolución se encontraron Chile, Costa Rica, Guatemala, México, Perú y Uruguay.
Se van a cumplir dos años del EPU de Siria en Ginebra, período en el que se perdieron muchísimas vidas y en el que no se vio a organizaciones estudiantiles, de derechos humanos y referentes sociales del “pacifismo” denunciando los crímenes del régimen antidemocrático de Bashar Al-Assad. ¿Cuántas vidas se habrían salvado si la presión internacional contra la dictadura siria hubiese sido tan activa como las protestas de ahora ante un eventual ataque “quirúrgico” por parte de los Estados Unidos? En realidad, no se puede al mismo tiempo defender la paz y mantener una actitud de apoyo o neutralidad frente a un régimen represor de las libertades democráticas.
Fuente: Infobae.com (Buenos Aires, Argentina) 7 de septiembre de 2013