Libros
Monitoreo de la gobernabilidad democrática
Las frágiles democracias latinoamericanas
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Presentación
El pasado alberga historia; el futuro ofrece esperanza; y el presente, la oportunidad de reflexión, pero, sobre todo, de acción. Bajo estas premisas es como prospera, en Santiago de Chile, el proyecto para conformar el libro Las Frágiles Democracias Latinoamericanas . Obra que contempla los análisis y observaciones de 14 expertos interdisciplinarios de América Latina reunidos en torno a un ob jetivo: reflexionar sobre Latinoamérica actual desde la óptica de los problemas que aquejan la consolidación de la democracia y el mercado.
Dentro del complejo entramado de hechos globales que determinan la acción de las naciones, la de sus líderes, y la multiplicidad de organizaciones multilaterales creadas para canalizar e intercomunicar los intereses dentro de la denominada “Era de la Información”, América Latina ha perdido relevancia al momento de cuantificar su trascendencia y gravitación regional e insertarla dentro de la escala de prioridades que jerarquiza a los grandes intereses de la agenda internacional. Esto se debe, en parte, a que aún no aprende a pensar en términos estratégicos y a actuar resueltamente en asuntos continentales y del mundo. A esto se adhieren, además, las señales provenientes de los diversos modelos democráticos latinoamericanos, los cuales reflejan esa renuente opción por revivir y aferrarse a experimentos políticos y sociales que podrían comprometer el camino ascendente de la región hacia un verdadero desarrollo sustentable, a pesar de haber logrado el crecimiento económico más fuerte durante los años 2003 y 2004 logrando reducir sus índices de pobreza de un 44% a un 40,6%, según la edición 2005 de Panorama Social de América Latina , elaborado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).
En 2006, América Latina tuvo más elecciones presidenciales que en ningún otro año de su historia democrática. Entre la elección de Evo Morales, el 18 de diciembre de 2005 en Bolivia, y la victoria de Hugo Chávez en la contienda presidencial venezolana, el 3 de diciembre de 2006, un total de 11 países latinoamericanos escogieron presidentes, según lo confirman Patricio Navia y Jorge Castañeda, autores del capítulo “El mercado de votos de la democracia en América Latina”. Sin embargo, a pesar de que para la mayoría de los habitantes de la región democracia se traduce en libertad, elecciones y prosperidad, éstos saben muy bien que los gobiernos de turno están lejos de satisfacer sus expectativas en torno a ella. Aún queda mucho camino por recorrer en orden a extirpar los males de la desigualdad social, la corrupción, el clientelismo y un creciente tamaño del Estado todos los cuales desafían el futuro progreso de la mayoría de los países latinoamericanos provocando, además, escepticismo y desazón sobre la verdadera consolidación de la estructura democrática de América Latina.
El vuelco a la izquierda y la profundización de gobiernos demarcadamente populistas es una de las tendencias manifiestas en la región. A pesar de que los liderazgos de corte progresista que hoy se erigen en Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador, Guyana, Perú, Uruguay y Venezuela (Cuba es la excepción por la inalteración del poder bajo Castro durante 48 años) varían en sus matices ideológicos, éstos han perpetuado la hegemonía del Estado exacerbando el paternalismo, la discrecionalidad de las decisiones a nivel gubernamental, han politizado y subordinado al Poder Ejecutivo instituciones que deberían permanecer independientes y, en los casos más extremos, han llevado a cabo reformas constitucionales bajo dudosos procesos electorales y restringido derechos tan básicos como la libertad de expresión.
Según, Cristián Larroulet y Bárbara Horzella, encargados del capítulo “Populismo en América Latina: Paradigma y antítesis en los casos de Venezuela y Chile”, el distanciamiento de postulados liberales y la absorción del poder por parte del Ejecutivo, interfieren en el desarrollo institucional y económico de la región.
Sin embargo, según el estudio AmericasBarometer realizado por el Proyecto sobre Opinión Pública de América Latina (LAPOP) de la Universidad de Vanderbilt, EE.UU., cuyo objetivo es analizar los valores democráticos asociados al comportamiento electoral de los habitantes de la región, demostró un resultado notable: ideológicamente los latinoamericanos inclinan sus preferencias políticas más hacia la derecha en comparación a la mayoría de los habitantes en otros lugares del mundo. ¿Por qué, entonces, se mantienen y prosperan jefes de Estado contrapuestos a aquellos ideales de electores quienes favorecen modelos democráticos más bien liberales? Paula Schmidt, en su ensayo “La cultura es lo que importa: Herramienta para el desarrollo”, propone que esto se debe, en parte, a la carencia de iniciativa, sobre todo por parte de la elite civil latinoamericana, de ejercer una cultura cívico-política activa a la hora de fiscalizar y exigir mayor responsabilidad por desempeño (accountability) de quienes ejercen el poder público. Es así, además, que su ejemplo recae sobre el resto de la sociedad, la cual, al no poseer los mismos niveles de conocimiento que la elite, se ve imposibilitada de recurrir a la cultura como instrumento para actuar como contrapeso real al Estado. Sin embargo, este es sólo uno más de los ámbitos que ha dificultado la vigorización de las democracias latinoamericanas y que las ha vuelto frágiles al momento de afianzarlas dentro de los nuevos ámbitos que impone la agenda internacional. Tal como expone el economista Sebastián Edwards, en “La larga historia de América Latina con un bajo crecimiento económico”, el desarrollo de largo plazo, en América Latina, ha sido descorazonadoramente bajo durante los últimos 35 años. Esto se debe a que sus instituciones son débiles y desalientan a los innovadores, sus políticas económicas coartan la competencia y desincentivan la inversión y, por ultimo, enfrentan crisis macroeconómicas recurrentes. Todo esto a pesar de las reformas de los años 90 dirigidas a la generación de un cambio en los incentivos económicos y en un incremento de larga permanencia en productividad. Es así como Edwards plantea fortalecer tres fuentes de crecimiento que han logrado elevar la tasa de desarrollo de países emergentes como Brasil, Rusia, India y China: incremento de la productividad (la mayor debilidad de la región latinoamericana); perfeccionar el empleo de mano de obra; y, por último, fortalecer la inversión en equipo, maquinaria e infraestructura. Lo que nos lleva a pensar en Brasil, por constituirse como clave dentro del contexto regional. Rogelio Núñez, examina en “Brasil: Los desafíos del gigante sudamericano”, los retos que condicionan un futuro auspicioso para la séptima economía mundial. Según el autor, antes de que Brasil pueda ser reconocido como líder dentro del tablero internacional, debe superar las propias resistencias internas, provenientes de amplios sectores sociales; solucionar sus problemas socio-económicos y políticos (Brasil mantiene la mayor brecha de desigualdad económica dentro de la región); y ejercer un liderazgo consistente que le permita alzarse por sobre aquellos países limítrofes y hemisféricos que no reconocen en Brasil al líder regional que aspira ser.
La integración regional es otro de los puntos álgidos para América Latina. Es así como llegamos a dos propuestas complementarias de los análisis provenientes de Carlos Malamud, cuya mirada se centra en la última Cumbre Energética de América del Sur, celebrada en abril de 2007, y las reflexiones de Raúl Sanhueza sobre “La intelectualidad latinoamericana ante la Unión Europea”. A pesar de que ambos ensayos proveen una aguda reflexión sobre dos ámbitos diferentes de estudio, las conclusiones de los autores permiten desglosar los contrastes sobre el accionar de los latinoamericanos versus la de los europeos para impulsar proyectos comunes de integración encaminados a fortalecer su desarrollo y potenciar sus facultades. Mientras la UE celebró en marzo de 2007 el cincuentenario de la firma de los Tratados de Roma, la cual dio paso a la creación de la Comunidad Económica Europea (CEE) y a la Comunidad Europea de la Energía Atómica (EURATOM) cuya consolidación significó la integración más exitosa en la historia de la humanidad, los resultados de la Cumbre Energética no otorgó, según Malamud, ningún paso significativo en el proceso de crear un mercado regional energético. Más bien, la agenda se vio rápidamente politizada bajo un sesgo estatista dejando de lado la oportunidad de llevar a cabo proyectos concretos, pero sobre todo, de avanzar en el proceso de una integración regional.
Si el camino hacia la coordinación interna de América Latina se hace arduo y complejo, mucho más lo será poder unificar a sus naciones en torno a los parámetros que rigen a los mercados y sociedades fuera de los límites regionales. A pesar de que el intercambio comercial con el Asia Pacífico y los Estados Unidos es una realidad para parte importante de los países latinoamericanos, la disparidad que orienta no sólo a los erráticos discursos que emergen en algunos rincones de América Latina sino, también, la falta de voluntad e indecisión política para proyectar acuerdos de largo plazo más allá de lo meramente económico es lo que plantean las exposiciones de Verónica Neghme en “Vinculaciones América Latina – Asia: Presente y Futuro” y Eneas A. Biglione en “Los Estados Unidos y América Latina en los umbrales del siglo XXI”.
Para Ángel Soto, autor del ensayo “Democracia y Mercado en Latinoamérica: En búsqueda de la libertad”, los parámetros que presiden el accionar político de gran parte de los gobiernos latinoamericanos no han hecho más que tensionar y reducir los espacios de libertad que entrega la democracia para alcanzar un progreso sólido, continuo y estable. Su tesis es simple y precisa, pero compleja de llevar a cabo: América Latina, según Soto, necesita, con urgencia, un cambio de mentalidad.
Elaborar una radiografía concluyente sobre la región no sería posible si no nos detuviésemos a analizar el radical comportamiento del líder más polémico dentro de América Latina hoy: el comandante Hugo Chávez Frías, presidente de Venezuela desde 1999.
El académico Fernando J. Ruiz se hace cargo de indagar en “¿Revolución en la Profesión? Hugo Chávez y su impacto en el periodismo latinoamericano”, las implicancias para el mundo de las comunicaciones bajo el control polarizante de un mandatario cuyo autoritarismo ha logrado establecer una dictadura mediática que ha socavado la calidad del debate público y uno de los cimientos principales para el progreso democrático: la libertad de expresión.
Finalmente, la mirada regional es completada con el trabajo de Jaime García Covarrubias, “Las Fuerzas Armadas Latinoamericanas y su adaptación al escenario político, económico y estratégico”, quien incorpora uno de los actores relevantes de las últimas décadas demostrando como han tenido que redefinirse en torno a la reconstrucción de la democracia, el advenimiento de la economía de mercado y los cambios estratégicos experimentados tras la ruptura de la polaridad.
El presente libro, a través del esfuerzo académico que ejecutan sus autores, desea encausar un discurso que trascienda la mera crítica (de eso ya hay bastante). Su propósito es otro: constituirse en una obra que resulte valiosa al reunir los antecedentes del presente para poder, así entregar herramientas que permitan fraguar un futuro más auspicioso. América Latina ha sido paciente, pero merece más; y su destino será próspero sólo si quienes poseen la responsabilidad de conducir su futuro albergan el ánimo y la valentía de promover los cambios necesarios para robustecer el estado actual de sus democracias desviándolas de su presente fragilidad.
El libro que el lector tiene en sus manos, debiera servir para atreverse a intervenir sobre ese caprichoso temperamento latino que, por demasiado tiempo, ha enraizado una serie de patologías sociales que han arrastrado a los habitantes de la región hacia un inquietante inmovilismo. La pérdida de confianza ante las instituciones y la clase política, las crisis de gobernabilidad, la corrupción, el clientelismo, el liderazgo caudillista encarnado en líderes populistas, la ineficiencia de la gestión pública y la mezquindad en cuanto al ejercicio de su cultura cívica han convertido al subdesarrollo de América Latina en una condición más rebelde de lo que se pensaba, por lo que ya es hora de modificar el rumbo. Razonar de otro modo sería incurrir en la indiferencia.
Finalmente queremos agradecer a Atlas Economic Research Foundation (Estados Unidos) por el apoyo que ha brindado al programa de Estudios Latinoamericanos de la Facultad de Comunicación de la Universidad de los Andes (Santiago de Chile), y muy especialmente a Gabriel Sanchez-Zinny. Su generosidad ha permitido la participación en Congresos, realizacion de seminarios y mesas redondas, invitación de académicos y reflexionar con estudiantes los temas relacionados con la democracia y el mercado que afectan a la región. Ha sido un apoyo en la lucha por la libertad.
Asimismo agradecemos a Gabriel Salvia, director del Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL) de Buenos Aires, quien confió en este proyecto y lo apoyó desde que era una simple idea, y a la Facultad de Comunicación de la Universidad de los Andes quien brindó las facilidades para que finalmente se concretara.
Por último, nuestros agradecimientos a los autores, quienes desde el comienzo acogieron gustosos la invitación a participar en este libro.
Paula Schmidt
Angel Soto
Editores
Santiago de Chile, diciembre de 2007
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