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Monitoreo de la gobernabilidad democrática
El Día de la Democracia en tiempos de pandemia
Conmemorado cada 15 de septiembre, el Día Internacional de la Democracia es promovido por las Naciones Unidas para generar conciencia sobre los principios democráticos. La pandemia COVID-19 subraya tanto la fragilidad de instituciones democráticas como su importancia en abordar las crisis económicas, políticas y sanitarias que afronta el mundo.Por Greg Ross
Este año, el Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral (IDEA), en conjunto con las misiones permanentes de Italia y Suecia ante las Naciones Unidas, presentó la conferencia virtual “Día de la Democracia en tiempos de pandemia”. Los panelistas afirmaron que la respuesta a la pandemia requiere de un fuerte compromiso multilateral a la democracia, el estado de derecho y los derechos humanos.
Annika Ben David, Embajadora de Suecia para los derechos humanos, la democracia y el estado de derecho, participó como expositora principal. Para la embajadora, los derechos humanos, el estado de derecho y la democracia “se entrecruzan y se refuerzan mutuamente”. En medio de la pandemia COVID-19, algunos de esos vínculos críticos se están desgastando.
En su aspecto central, la democracia depende de elecciones libres y justas. Según la organización IDEA, debido al COVID-19 por lo menos 71 países y territorios habían postergado elecciones nacionales y subnacionales para septiembre. En América Latina, esa cifra incluye las elecciones presidenciales en Bolivia, elecciones municipales en el Paraguay y un plebiscito constitucional en Chile.
“La pandemia ya es y seguirá siendo una prueba de resistencia para las elecciones democráticas”, dijo Kevin Casas-Zamora, Secretario-General de IDEA. Aunque son necesarias para controlar la propagación del virus, medidas que restringen la movilidad y la aglomeración pueden complicar eventos coordinados como elecciones, especialmente en países sin infraestructura sanitaria adecuada. A pesar de estos obstáculos, Casas-Zamora enfatizó que hay casos exitosos de la gestión de elecciones durante la pandemia, incluyendo preparativos especiales de votación que resultaron en alta participación y confianza renovada en el gobierno.
Apoyar los derechos humanos depende de elecciones libres, justas y sostenidas, como afirma el Artículo 21 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. En América Latina, la pandemia también presenta otras amenazas a los derechos humanos, con gobiernos autoritarios abusando de medidas de emergencia sanitarias y económicas. Muchos de los cinco millones de venezolanos que emigraron del país ya se encuentran en situaciones aún más vulnerables. Países vecinos enfrentan una presión inmensa suministrándoles a sus propios ciudadanos asistencia médica y social, e inmigrantes venezolanos se quedan sin apoyo suficiente. Algunos 100.000 migrantes volvieron a Venezuela desde el comienzo de la pandemia. Nicolás Maduro ha amenazado el derecho de retorno, violando lo establecido en la Declaración Universal de los DDHH, con una política de acusar a migrantes de ser agentes biológicos dentro de la Ley Orgánica contra la Delincuencia Organizada y Financiamiento al Terrorismo. En los últimos meses, organizaciones de DDHH también mostraron su preocupación por las restricciones de Cuba sobre las libertades de movimiento y asociación de médicos cubanos aportando a la lucha contra COVID-19 en otros países.
Casas-Zamora enfatizó que los desafíos a la democracia son cada vez más profundos. “La democracia estaba enfrentando graves vientos en contra aún antes que llegara la pandemia COVID-19. Sus desafíos ya son aún más severos”, dijo, citando los casos de Hungría, Serbia y las Filipinas, entre otros, como países con instituciones democráticas debilitadas antes de la pandemia. También se refirió a Bielorrusia y Hong Kong como ejemplos recientes de retroceso democrático.
La transparencia también es crítica para que la gente siga informada de la situación de salud pública. Durante una pandemia, la desconfianza en los medios de comunicación e instituciones estatales puede ser mortal. “Ahora es el momento para más transparencia y más periodismo, no menos”, dijo la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos Michelle Bachelet, en una declaración grabada en video.
A través de las Américas, ataques contra la prensa han continuado en años recientes. Por años, los regímenes autoritarios en Nicaragua, Venezuela y Cuba han dañado la libertad de prensa. Pero el liderazgo en las dos democracias más grandes del hemisferio resultó peligroso también: los presidentes Donald Trump y Jair Bolsonaro han atacado a la prensa y creado un sentido de desconfianza en las instituciones estatales. Recientemente, el gobierno del presidente salvadoreño Nayib Bukele atacó varios medios de comunicación independientes. En Bolivia, el gobierno interino emitió un decreto que castiga la diseminación de información que podría crear “incertidumbre” con respecto a la salud pública. Las protestas por organizaciones internacionales de derechos humanos y libertad de prensa condujeron al gobierno a dar marcha atrás y revisar el decreto en mayo.
Casas-Zamora concluyó la conferencia, “La democracia no es creada ni sostenida por sí misma. No hay nada inevitable sobre la democracia”. La embajadora Annika Ben David se hizo eco de lo mismo. Como el contagio del virus en sí, el deterioro de principios democráticos puede ser en gran parte invisible. El rol de las instituciones internacionales es crítico en seguir vigilando el retroceso. El monitor mundial del impacto de la COVID-19 en la democracia y los derechos humanos está disponible aquí, por la organización IDEA.
Greg RossEstudiante de posgrado en la Escuela de Estudios Internacionales Avanzados de la Universidad Johns Hopkins. Es Asistente de Investigaciones en el Proyecto Argentina del Wilson Center en Washington D.C., ex-becario Fulbright en Paraguay y ex-Pasante Internacional en CADAL. Se recibió en la Universidad de Chicago en 2018.
Este año, el Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral (IDEA), en conjunto con las misiones permanentes de Italia y Suecia ante las Naciones Unidas, presentó la conferencia virtual “Día de la Democracia en tiempos de pandemia”. Los panelistas afirmaron que la respuesta a la pandemia requiere de un fuerte compromiso multilateral a la democracia, el estado de derecho y los derechos humanos.
Annika Ben David, Embajadora de Suecia para los derechos humanos, la democracia y el estado de derecho, participó como expositora principal. Para la embajadora, los derechos humanos, el estado de derecho y la democracia “se entrecruzan y se refuerzan mutuamente”. En medio de la pandemia COVID-19, algunos de esos vínculos críticos se están desgastando.
En su aspecto central, la democracia depende de elecciones libres y justas. Según la organización IDEA, debido al COVID-19 por lo menos 71 países y territorios habían postergado elecciones nacionales y subnacionales para septiembre. En América Latina, esa cifra incluye las elecciones presidenciales en Bolivia, elecciones municipales en el Paraguay y un plebiscito constitucional en Chile.
“La pandemia ya es y seguirá siendo una prueba de resistencia para las elecciones democráticas”, dijo Kevin Casas-Zamora, Secretario-General de IDEA. Aunque son necesarias para controlar la propagación del virus, medidas que restringen la movilidad y la aglomeración pueden complicar eventos coordinados como elecciones, especialmente en países sin infraestructura sanitaria adecuada. A pesar de estos obstáculos, Casas-Zamora enfatizó que hay casos exitosos de la gestión de elecciones durante la pandemia, incluyendo preparativos especiales de votación que resultaron en alta participación y confianza renovada en el gobierno.
Apoyar los derechos humanos depende de elecciones libres, justas y sostenidas, como afirma el Artículo 21 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. En América Latina, la pandemia también presenta otras amenazas a los derechos humanos, con gobiernos autoritarios abusando de medidas de emergencia sanitarias y económicas. Muchos de los cinco millones de venezolanos que emigraron del país ya se encuentran en situaciones aún más vulnerables. Países vecinos enfrentan una presión inmensa suministrándoles a sus propios ciudadanos asistencia médica y social, e inmigrantes venezolanos se quedan sin apoyo suficiente. Algunos 100.000 migrantes volvieron a Venezuela desde el comienzo de la pandemia. Nicolás Maduro ha amenazado el derecho de retorno, violando lo establecido en la Declaración Universal de los DDHH, con una política de acusar a migrantes de ser agentes biológicos dentro de la Ley Orgánica contra la Delincuencia Organizada y Financiamiento al Terrorismo. En los últimos meses, organizaciones de DDHH también mostraron su preocupación por las restricciones de Cuba sobre las libertades de movimiento y asociación de médicos cubanos aportando a la lucha contra COVID-19 en otros países.
Casas-Zamora enfatizó que los desafíos a la democracia son cada vez más profundos. “La democracia estaba enfrentando graves vientos en contra aún antes que llegara la pandemia COVID-19. Sus desafíos ya son aún más severos”, dijo, citando los casos de Hungría, Serbia y las Filipinas, entre otros, como países con instituciones democráticas debilitadas antes de la pandemia. También se refirió a Bielorrusia y Hong Kong como ejemplos recientes de retroceso democrático.
La transparencia también es crítica para que la gente siga informada de la situación de salud pública. Durante una pandemia, la desconfianza en los medios de comunicación e instituciones estatales puede ser mortal. “Ahora es el momento para más transparencia y más periodismo, no menos”, dijo la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos Michelle Bachelet, en una declaración grabada en video.
A través de las Américas, ataques contra la prensa han continuado en años recientes. Por años, los regímenes autoritarios en Nicaragua, Venezuela y Cuba han dañado la libertad de prensa. Pero el liderazgo en las dos democracias más grandes del hemisferio resultó peligroso también: los presidentes Donald Trump y Jair Bolsonaro han atacado a la prensa y creado un sentido de desconfianza en las instituciones estatales. Recientemente, el gobierno del presidente salvadoreño Nayib Bukele atacó varios medios de comunicación independientes. En Bolivia, el gobierno interino emitió un decreto que castiga la diseminación de información que podría crear “incertidumbre” con respecto a la salud pública. Las protestas por organizaciones internacionales de derechos humanos y libertad de prensa condujeron al gobierno a dar marcha atrás y revisar el decreto en mayo.
Casas-Zamora concluyó la conferencia, “La democracia no es creada ni sostenida por sí misma. No hay nada inevitable sobre la democracia”. La embajadora Annika Ben David se hizo eco de lo mismo. Como el contagio del virus en sí, el deterioro de principios democráticos puede ser en gran parte invisible. El rol de las instituciones internacionales es crítico en seguir vigilando el retroceso. El monitor mundial del impacto de la COVID-19 en la democracia y los derechos humanos está disponible aquí, por la organización IDEA.