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Monitoreo de la gobernabilidad democrática
Pandemia, protestas y corrupción: el difícil escenario tras las elecciones búlgaras
Bulgaria no sólo es el país más pobre de la Unión Europea, también tiene los peores índices de corrupción (según Transparencia Internacional) y la menor libertad de prensa (según Reporteros sin Fronteras) en el bloque; por esto resultó tan promisoria la irrupción de una figura popular enfrentada a los partidos tradicionales, a un status quo cuestionado. Sin embargo, el líder oficialista, renunció dos veces al cargo de Primer Ministro y las dos veces volvió a ser electo. ¿Podrá lograrlo nuevamente?Por Ignacio E. Hutin
Las elecciones en Bulgaria marcan el inicio de un camino turbulento y lleno de incertidumbres. Ciudadanos por el Desarrollo Europeo de Bulgaria (GERB), que gobierna desde 2014, obtuvo nuevamente el primer lugar, pero lo hizo con tan sólo el 25%. Esto la convierte en la agrupación victoriosa con menor porcentaje de votos desde la caída del comunismo en 1990. Lograr formar gobierno con tan poco apoyo sería una hazaña para el Primer Ministro Boiko Borísov. Al mismo tiempo, el Partido Socialista Búlgaro (BSP), principal oposición y segundo en los últimos cuatro comicios, apenas obtuvo el 14%, prácticamente la mitad que hace cuatro años, y cayó al tercer lugar. Esta suerte de castigo a los partidos tradicionales tuvo un claro ganador, un partido nuevo, outsider, que se quedó con el segundo puesto, con más del 17% de los votos y que tiene un nombre tan curioso como intraducible: algo así como “Hay Tal Pueblo” (ITN).
ITN se autoproclama anti-establishment y apenas si cuenta con un puñado de propuestas concretas, entre ellas, una mayor integración con la Unión Europea y la implementación del voto electrónico. Su líder es Stanislav Trifonov, más conocido como “Slavi”, músico y conductor televisivo. Su programa de entretenimientos El Show de Slavi se transmitió entre 2000 y 2019 y fue sumamente popular, tanto en Bulgaria como entre los búlgaros en el exterior. En el último año logró que esa popularidad se trasladara desde el mundo del espectáculo a la política partidaria, en un proceso no tan distinto al del estadounidense Donald Trump o al del actor Volodímir Zelenski, actual presidente de Ucrania.
Trifonov se inició en la política en 2020, en medio de una serie de protestas por diversas causas de corrupción ligadas a GERB y por el uso masivo de recursos estatales a favor del partido gobernante, tal como denunció la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), en el marco de la campaña electoral. Bulgaria no sólo es el país más pobre de la Unión Europea, también tiene los peores índices de corrupción (según Transparencia Internacional) y la menor libertad de prensa (según Reporteros sin Fronteras) en el bloque; por esto resultó tan promisoria la irrupción de una figura popular enfrentada a los partidos tradicionales, a un status quo cuestionado.
Slavi aparece como anunciado por un letrero luminoso, de marquesinas: “aquí está Slavi, listo para romper con lo malo conocido”. Pero el problema es dilucidar qué pretende este showman que ahora tiene en sus manos la posibilidad de formar gobierno. Y realmente nadie lo sabe porque el presentador incluso se rehusó a participar de debates durante la campaña. Aún así, ITN fue la fuerza más votada entre los jóvenes menores de 30 años y también entre los votos emitidos desde el exterior, quizás esto último justificado por la popularidad del programa televisivo fuera de Bulgaria.
Si bien es cierto que la caída de los partidos tradicionales no puede explicarse por fuera del escenario de fuerte descontento social, resulta complejo justificar el alto porcentaje de votos que recibió ITN. Al fin y al cabo, Slavi no participó activa y visiblemente de las numerosas protestas que se llevaron a cabo en todo el país a partir de julio pasado. Tampoco se pueden encontrar razones en el mediocre manejo de la pandemia de Coronavirus por parte de GERB, porque las propuestas de ITN al respecto han sido más escépticas que constructivas. Quizás entonces la única respuesta sea el anti-voto, el voto a la anti-política o, mejor aún, el voto castigo. Como si los votantes ignorasen cuál es el camino correcto, pero tuvieran la certeza de que el actual está errado.
Otros tres espacios superaron el umbral del 4% y lograron ingresar al Parlamento, además de GERB, que aspira a permanecer en el poder, del novedoso y disruptivo ITN y del socialismo, sucesor del Partido Comunista, disuelto en 1990. De estas tres agrupaciones, dos son nuevas. Bulgaria Democrática (DB) es una coalición liberal y pro Unión Europea, conformada por tres partidos extra parlamentarios que individualmente promediaron el 3% en 2017. La segunda, está sumamente relacionada con ITN en el sentido que es ambigua en términos políticos, se autoproclama anticorrupción y tiene un nombre, al menos, curioso: ¡Levántate! ¡Fuera mafia! Así, con signos de exclamación. Más conocido por sus siglas ISMV, esta coalición es liderada por Maia Manolova, ex Defensora del Pueblo y ex miembro del socialismo.
Por último, también obtuvo bancas el Movimiento por los Derechos y Libertades (DPS), partido que representa a la minoría turca en Bulgaria y a los búlgaros de etnia turca fuera del país. En los últimos años el DPS se consolidó como una tercera fuerza que oficiaba de intermediaria entre BSP y GERB, los dos partidos principales. Pero en 2017 ese rol lo ocupó el ultranacionalista Patriotas Unidos (OP), que incluía a ATAKA, una agrupación particularmente racista, que se manifiesta contra la inmigración, los refugiados, judíos, musulmanes y gitanos, y afirma proteger la verdadera identidad de Bulgaria. En las elecciones anteriores, OP había obtenido un sorprendente tercer lugar, quizás justificado a partir de la crisis migratoria de 2015 en la Unión Europea, cuando cerca de un millón de refugiados, especialmente sirios, llegaron a la región. Entonces Bulgaria recibió a menos de 40 mil y construyó un muro en su frontera con Turquía. ATAKA realizó numerosas manifestaciones en contra de la apertura de fronteras, de la enseñanza del idioma turco y de la construcción de mezquitas, y llamó a “cazar” inmigrantes. El pasado domingo, con la crisis migratoria superada, el ultranacionalismo quedó sin argumentos y también sin bancas en la Asamblea Nacional: apenas alcanzó el 3,5%. ATAKA, que ya no forma parte de la coalición, no obtuvo siquiera medio punto porcentual.
Los Patriotas Unidos formaban parte del gobierno junto a GERB, lo que llevó a radicalizar al oficialismo a partir de 2017. Pero esta alianza ha desaparecido y Borísov se ha quedado solo. Si bien formar gobierno será complejo para cualquiera de las fuerzas, aún en el escenario de emergencia que implica una pandemia, todo apunta a que la carrera política del mandamás búlgaro está en la cuerda floja. Sin embargo, el líder de GERB carga con antecedentes curiosos: antes de gobernar la capital Sofía y eventualmente el país, fue guardaespaldas del último líder comunista, fue bombero, karateca y también el futbolista profesional de mayor edad en la historia de su país. Luego renunció dos veces al cargo de Primer Ministro y las dos veces volvió a ser electo. Si pudo salir bien parado luego de una carrera camaleónica, tal vez ahora también lo logre.
Ignacio E. HutinConsejero ConsultivoMagíster en Relaciones Internacionales (USAL, 2021), Licenciado en Periodismo (USAL, 2014) y especializado en Liderazgo en Emergencias Humanitarias (UNDEF, 2019). Es especialista en Europa Oriental, Eurasia post soviética y Balcanes y fotógrafo (ARGRA, 2009). Becado por el Estado finlandés para la realización de estudios relativos al Ártico en la Universidad de Laponia (2012). Es autor de los libros Saturno (2009), Deconstrucción: Crónicas y reflexiones desde la Europa Oriental poscomunista (2018), Ucrania/Donbass: una renovada guerra fría (2021) y Ucrania: crónica desde el frente (2021).
Las elecciones en Bulgaria marcan el inicio de un camino turbulento y lleno de incertidumbres. Ciudadanos por el Desarrollo Europeo de Bulgaria (GERB), que gobierna desde 2014, obtuvo nuevamente el primer lugar, pero lo hizo con tan sólo el 25%. Esto la convierte en la agrupación victoriosa con menor porcentaje de votos desde la caída del comunismo en 1990. Lograr formar gobierno con tan poco apoyo sería una hazaña para el Primer Ministro Boiko Borísov. Al mismo tiempo, el Partido Socialista Búlgaro (BSP), principal oposición y segundo en los últimos cuatro comicios, apenas obtuvo el 14%, prácticamente la mitad que hace cuatro años, y cayó al tercer lugar. Esta suerte de castigo a los partidos tradicionales tuvo un claro ganador, un partido nuevo, outsider, que se quedó con el segundo puesto, con más del 17% de los votos y que tiene un nombre tan curioso como intraducible: algo así como “Hay Tal Pueblo” (ITN).
ITN se autoproclama anti-establishment y apenas si cuenta con un puñado de propuestas concretas, entre ellas, una mayor integración con la Unión Europea y la implementación del voto electrónico. Su líder es Stanislav Trifonov, más conocido como “Slavi”, músico y conductor televisivo. Su programa de entretenimientos El Show de Slavi se transmitió entre 2000 y 2019 y fue sumamente popular, tanto en Bulgaria como entre los búlgaros en el exterior. En el último año logró que esa popularidad se trasladara desde el mundo del espectáculo a la política partidaria, en un proceso no tan distinto al del estadounidense Donald Trump o al del actor Volodímir Zelenski, actual presidente de Ucrania.
Trifonov se inició en la política en 2020, en medio de una serie de protestas por diversas causas de corrupción ligadas a GERB y por el uso masivo de recursos estatales a favor del partido gobernante, tal como denunció la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), en el marco de la campaña electoral. Bulgaria no sólo es el país más pobre de la Unión Europea, también tiene los peores índices de corrupción (según Transparencia Internacional) y la menor libertad de prensa (según Reporteros sin Fronteras) en el bloque; por esto resultó tan promisoria la irrupción de una figura popular enfrentada a los partidos tradicionales, a un status quo cuestionado.
Slavi aparece como anunciado por un letrero luminoso, de marquesinas: “aquí está Slavi, listo para romper con lo malo conocido”. Pero el problema es dilucidar qué pretende este showman que ahora tiene en sus manos la posibilidad de formar gobierno. Y realmente nadie lo sabe porque el presentador incluso se rehusó a participar de debates durante la campaña. Aún así, ITN fue la fuerza más votada entre los jóvenes menores de 30 años y también entre los votos emitidos desde el exterior, quizás esto último justificado por la popularidad del programa televisivo fuera de Bulgaria.
Si bien es cierto que la caída de los partidos tradicionales no puede explicarse por fuera del escenario de fuerte descontento social, resulta complejo justificar el alto porcentaje de votos que recibió ITN. Al fin y al cabo, Slavi no participó activa y visiblemente de las numerosas protestas que se llevaron a cabo en todo el país a partir de julio pasado. Tampoco se pueden encontrar razones en el mediocre manejo de la pandemia de Coronavirus por parte de GERB, porque las propuestas de ITN al respecto han sido más escépticas que constructivas. Quizás entonces la única respuesta sea el anti-voto, el voto a la anti-política o, mejor aún, el voto castigo. Como si los votantes ignorasen cuál es el camino correcto, pero tuvieran la certeza de que el actual está errado.
Otros tres espacios superaron el umbral del 4% y lograron ingresar al Parlamento, además de GERB, que aspira a permanecer en el poder, del novedoso y disruptivo ITN y del socialismo, sucesor del Partido Comunista, disuelto en 1990. De estas tres agrupaciones, dos son nuevas. Bulgaria Democrática (DB) es una coalición liberal y pro Unión Europea, conformada por tres partidos extra parlamentarios que individualmente promediaron el 3% en 2017. La segunda, está sumamente relacionada con ITN en el sentido que es ambigua en términos políticos, se autoproclama anticorrupción y tiene un nombre, al menos, curioso: ¡Levántate! ¡Fuera mafia! Así, con signos de exclamación. Más conocido por sus siglas ISMV, esta coalición es liderada por Maia Manolova, ex Defensora del Pueblo y ex miembro del socialismo.
Por último, también obtuvo bancas el Movimiento por los Derechos y Libertades (DPS), partido que representa a la minoría turca en Bulgaria y a los búlgaros de etnia turca fuera del país. En los últimos años el DPS se consolidó como una tercera fuerza que oficiaba de intermediaria entre BSP y GERB, los dos partidos principales. Pero en 2017 ese rol lo ocupó el ultranacionalista Patriotas Unidos (OP), que incluía a ATAKA, una agrupación particularmente racista, que se manifiesta contra la inmigración, los refugiados, judíos, musulmanes y gitanos, y afirma proteger la verdadera identidad de Bulgaria. En las elecciones anteriores, OP había obtenido un sorprendente tercer lugar, quizás justificado a partir de la crisis migratoria de 2015 en la Unión Europea, cuando cerca de un millón de refugiados, especialmente sirios, llegaron a la región. Entonces Bulgaria recibió a menos de 40 mil y construyó un muro en su frontera con Turquía. ATAKA realizó numerosas manifestaciones en contra de la apertura de fronteras, de la enseñanza del idioma turco y de la construcción de mezquitas, y llamó a “cazar” inmigrantes. El pasado domingo, con la crisis migratoria superada, el ultranacionalismo quedó sin argumentos y también sin bancas en la Asamblea Nacional: apenas alcanzó el 3,5%. ATAKA, que ya no forma parte de la coalición, no obtuvo siquiera medio punto porcentual.
Los Patriotas Unidos formaban parte del gobierno junto a GERB, lo que llevó a radicalizar al oficialismo a partir de 2017. Pero esta alianza ha desaparecido y Borísov se ha quedado solo. Si bien formar gobierno será complejo para cualquiera de las fuerzas, aún en el escenario de emergencia que implica una pandemia, todo apunta a que la carrera política del mandamás búlgaro está en la cuerda floja. Sin embargo, el líder de GERB carga con antecedentes curiosos: antes de gobernar la capital Sofía y eventualmente el país, fue guardaespaldas del último líder comunista, fue bombero, karateca y también el futbolista profesional de mayor edad en la historia de su país. Luego renunció dos veces al cargo de Primer Ministro y las dos veces volvió a ser electo. Si pudo salir bien parado luego de una carrera camaleónica, tal vez ahora también lo logre.