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Observatorio de Relaciones Internacionales y Derechos Humanos
Los rostros de la resistencia al gobierno ruso viajan por Europa
El objetivo de esta muestra itinerante es llamar la atención sobre la flagrante violación de los derechos humanos en Rusia, mostrar que existen rusos que se oponen a Putin y a la guerra, y que muchos de ellos son encarcelados por sus ideas, sometidos a torturas y retenidos en condiciones insoportables.Por Ignacio E. Hutin
Tallin, capital de Estonia, es una ciudad relativamente pequeña, con un área central caminable y repleta de turistas que deambulan por cada callejuela. Casi todos apuntarán sus cámaras a las murallas que han protegido a la urbe a lo largo de casi 800 años, o a las torres de las iglesias medievales o al mar Báltico que separa a este país de la vecina Finlandia. Pocos notarán que en esta ciudad ocurre una resistencia activa que empieza a expandirse.
Las banderas azules y amarillas de Ucrania son muy comunes en cada rincón de la ciudad. Una versión de gran tamaño y entrelazada con la enseña estonia decora la Plaza de la Libertad y sirve de telón de fondo para la convocatoria política de este otoño boreal. Aquí se inaugura la exhibición “Rostros de la Resistencia Rusa”, dedicada a los presos políticos y creada por emigrantes (o, mejor dicho, exiliados) políticos rusos.
Según el Centro de Derechos Humanos Memorial (ganador del Premio Nobel de la Paz 2022 y disuelto oficialmente por el gobierno ruso el mismo año) y su Programa de Apoyo a Presos Políticos, hay actualmente 611 presos políticos en Rusia, 628 perseguidos y 110 posibles víctimas.
Entre todos ellos, se han escogido 16 historias para contar en la Plaza de la Libertad. Son los Rostros de la Resistencia Rusa: hombres y mujeres, activistas políticos y científicos, artistas y estudiantes, jóvenes y adultos mayores. Personas que han sido perseguidas y apresadas y hoy constituyen un símbolo frente a la represión. Su delito ha sido cuestionar al poder y sus decisiones arbitrarias, incluyendo la invasión del 24 de febrero de 2022 a la vecina Ucrania.
Los rostros y las historias en ruso, estonio e inglés aparecen sobre una serie de vallas en la plaza. Sólo algunos nombres: Vladimir Kara-Murzá, político y periodista, condenado a 25 años en prisión por “traición, cooperación con una organización indeseable y difusión de falsedades”. Alexéi Gorinov, diputado, condenado a 7 años de prisión por decir en marzo de 2022 que había alrededor de cien niños muertos en Ucrania a partir de la invasión de Rusia. Yuri Dmítriev, defensor de derechos humanos, condenado a 15 años de prisión falsamente acusado de producir pornografía infantil. Sasha Skóchilenko, artista, detenida sin condena desde marzo de 2022 por colocar información sobre el bombardeo a la ciudad ucraniana de Mariúpol en un supermercado de San Petersburgo. María Ponomarenko, periodista, condenada a 6 años de prisión acusada de difundir falsedades. Vsévolod Korolev, documentalista, detenido sin condena desde julio de 2022 bajo la misma acusación.
Artem Tiurin es uno de los fundadores de la sede en Estonia de la organización Rusos contra la Guerra y estuvo a cargo de la coordinación de la exposición en Tallin. “Se seleccionaron 16 prisioneros políticos con historias vívidas e injustas. Mostramos un grupo que es tan sólo una pequeña fracción del número total de detenidos políticos en Rusia, pero reflejan diversidad y demuestran que los opositores a Vladimir Putin y los contrarios a la guerra son personas completamente diferentes”, dice el originario de Nizhni Nóvgorod.
El activista también explica que el objetivo de esta muestra itinerante es llamar la atención sobre la flagrante violación de los derechos humanos en Rusia, mostrar que existen rusos que se oponen a Putin y a la guerra, y que muchos de ellos son encarcelados por sus ideas, sometidos a torturas y retenidos en condiciones insoportables.
“A menudo, la gente en países occidentales se pregunta por qué los rusos no salen a las calles y derrocan a Putin. Lo que sucede es que el precio de protestar es muy alto, incluso un manifestante pacífico con una hoja de papel en blanco puede enfrentar más de 5 años de cárcel. A través de esta exposición, intentamos responder a la pregunta de por qué millones de rusos no protestan. Y exigimos que la liberación de los presos políticos rusos se incluya en todas las futuras negociaciones occidentales con Putin y que se inste a su liberación a través de todos los medios disponibles”, reclama.
El proyecto fue originalmente planeado por un grupo de diputados municipales de Rusia que se vieron obligados a abandonar el país debido a la persecución y al inicio de la invasión a gran escala en febrero del año pasado. Entre ellos, Elena Filina, ex diputada municipal del distrito Vernadsky de Moscú (2017-2022), y que ha sido incluida en el listado internacional de personas buscados por el gobierno ruso acusada de “difundir noticias falsas sobre el ejército ruso”. Esto podría significarle hasta 10 años de prisión.
La exposición en Tallin, la primera de las 17 planeadas hasta ahora, tuvo resultados positivos y hubo apoyo tanto popular como oficial. Durante los discursos de inauguración, un domingo por la tarde, muchos locales y turistas se detuvieron a leer la información disponible. Sin embargo, también hubo provocadores, algunos insultos, un hombre que al pasar mostró su dedo mayor a los manifestantes.
Tiurin dice que “la sociedad estonia está dividida, con un número significativo de residentes de habla rusa inclinados a creer en la propaganda de Putin y albergar hostilidad hacia nuestras iniciativas”. Pese a esto, también señala que las políticas de migración de Estonia solo benefician a Moscú y no alivian la situación de los disidentes rusos: “las restricciones de migración contribuyen al aumento de los detenidos políticos en Rusia y Bielorrusia”.
Pese a que, en 2022, 213 ciudadanos rusos y bielorrusos solicitaron asilo en Estonia, las restricciones de este país al ingreso de rusos han ido aumentando progresivamente. Desde septiembre del año pasado, se ha prohibido el ingreso de turistas rusos, es decir, personas que cuenten con un visado para estancias de corta duración; las universidades locales restringieron la admisión de estudiantes rusos y bielorrusos; y, más recientemente, los vehículos particulares con matrículas rusas no pueden ingresar al país.
Aun así, un 28% del casi millón de ciudadanos rusos que ingresaron a la Unión Europea en los primeros seis meses posteriores al comienzo de la invasión a gran escala, lo hicieron a través de Estonia. Es el segundo mayor porcentaje, detrás de Finlandia (33%), según datos de Frontex, la agencia del bloque continental encargada de las fronteras.
Luego de Tallin, la exhibición Rostros de la Resistencia Rusa continuará en Lituania, Alemania, República Checa, Dinamarca, Suecia, Noruega, Letonia, Países Bajos y Argentina, como el único país fuera de Europa.
Alex Nowinsky es coorganizador del movimiento Freerussia Argentina y está a cargo de la exhibición en Buenos Aires, que aún no tiene fecha concreta, pero aspira a que sea a comienzos de 2024. Nowinsky dejó su país durante el otoño austral del año pasado, cuando la policía lo buscaba por manifestarse en contra de la guerra, y ahora explica que, desde la invasión rusa a Ucrania y la intensificación de la represión política, muchos opositores se han visto obligados a exiliarse. “Algunos de ellos emigraron a países vecinos de la antigua Unión Soviética, mientras que otros volaron más lejos. Argentina resultó ser uno de los países más convenientes para la migración, por lo que una vez más en la historia llegó aquí una ola de inmigrantes y refugiados rusos”.
Sin embargo, explica el ahora residente en la capital argentina, esto tiene dos problemas: “en primer lugar, no sólo los rusos que no apoyan a Putin volaron a Argentina, sino también los partidarios de la guerra y los empleados de las fuerzas del orden rusas. Como resultado, fui atacado personalmente dos veces por putinistas en Buenos Aires. Otros activistas políticos también fueron atacados. En general, están ejerciendo todo tipo de presiones sobre el movimiento pacifista de los rusos en Argentina. En segundo lugar, la mayoría de los argentinos no tiene una noción correcta de lo que está sucediendo en Ucrania y no entiende la política rusa”.
El activista también traza un paralelismo con las dictaduras militares en Latinoamérica y dice que “los argentinos deben ver lo que el gobierno ruso está haciendo con sus ciudadanos. El Kremlin encarcela y mata a rusos si no están de acuerdo con sus políticas, si se oponen a la guerra en Ucrania, a las elecciones amañadas y a la dictadura, o si apoyan la democracia. Están presionando a los opositores en el extranjero, incluida Argentina. Argentina no debería ser un refugio seguro para criminales de guerra y propagandistas. Por eso, organizar aquí una exposición sobre la resistencia rusa es una tarea increíblemente importante”.
Nowinsky no fue el único que sufrió las consecuencias de los partidarios del presidente ruso en el extranjero. De hecho, estaba previsto que la exposición Rostros de la Resistencia Rusa se inaugurara en Budva, Montenegro, el 1° de octubre, pero dos días antes de la apertura, las autoridades locales revocaron los permisos. “Esta decisión fue política y arbitraria. Nuestros organizadores en Budva se encontraron con sentimientos pro-Kremlin dentro del municipio local. De hecho, los funcionarios locales comenzaron las conversaciones con la frase ‘amamos a Putin’. Así que debimos posponer el evento”, cuenta Tiurin.
Eso no ocurrió en Tallin, capital de un país con casi un cuarto de la población que es étnicamente rusa y algo más de un 6% que cuenta con ciudadanía legal del país vecino. Gracias a la comunidad de opositores al Kremlin que se ha desarrollado en la ciudad, la exposición pudo organizarse en apenas una semana. Las donaciones necesarias se recaudaron en tan sólo un día y no resultó dificultoso obtener los permisos necesarios de las autoridades locales para desarrollar el evento en un espacio público.
Hoy los rostros de esta resistencia activa que empieza a expandirse viajan por el continente europeo. El dar a conocer estas historias, el difundir esta información, ayuda a derribar mitos y prejuicios, pero también a generar solidaridad internacional con un pueblo que sufre represión y persecuciones sistemáticas.
Ignacio E. HutinConsejero ConsultivoMagíster en Relaciones Internacionales (USAL, 2021), Licenciado en Periodismo (USAL, 2014) y especializado en Liderazgo en Emergencias Humanitarias (UNDEF, 2019). Es especialista en Europa Oriental, Eurasia post soviética y Balcanes y fotógrafo (ARGRA, 2009). Becado por el Estado finlandés para la realización de estudios relativos al Ártico en la Universidad de Laponia (2012). Es autor de los libros Saturno (2009), Deconstrucción: Crónicas y reflexiones desde la Europa Oriental poscomunista (2018), Ucrania/Donbass: una renovada guerra fría (2021) y Ucrania: crónica desde el frente (2021).
Tallin, capital de Estonia, es una ciudad relativamente pequeña, con un área central caminable y repleta de turistas que deambulan por cada callejuela. Casi todos apuntarán sus cámaras a las murallas que han protegido a la urbe a lo largo de casi 800 años, o a las torres de las iglesias medievales o al mar Báltico que separa a este país de la vecina Finlandia. Pocos notarán que en esta ciudad ocurre una resistencia activa que empieza a expandirse.
Las banderas azules y amarillas de Ucrania son muy comunes en cada rincón de la ciudad. Una versión de gran tamaño y entrelazada con la enseña estonia decora la Plaza de la Libertad y sirve de telón de fondo para la convocatoria política de este otoño boreal. Aquí se inaugura la exhibición “Rostros de la Resistencia Rusa”, dedicada a los presos políticos y creada por emigrantes (o, mejor dicho, exiliados) políticos rusos.
Según el Centro de Derechos Humanos Memorial (ganador del Premio Nobel de la Paz 2022 y disuelto oficialmente por el gobierno ruso el mismo año) y su Programa de Apoyo a Presos Políticos, hay actualmente 611 presos políticos en Rusia, 628 perseguidos y 110 posibles víctimas.
Entre todos ellos, se han escogido 16 historias para contar en la Plaza de la Libertad. Son los Rostros de la Resistencia Rusa: hombres y mujeres, activistas políticos y científicos, artistas y estudiantes, jóvenes y adultos mayores. Personas que han sido perseguidas y apresadas y hoy constituyen un símbolo frente a la represión. Su delito ha sido cuestionar al poder y sus decisiones arbitrarias, incluyendo la invasión del 24 de febrero de 2022 a la vecina Ucrania.
Los rostros y las historias en ruso, estonio e inglés aparecen sobre una serie de vallas en la plaza. Sólo algunos nombres: Vladimir Kara-Murzá, político y periodista, condenado a 25 años en prisión por “traición, cooperación con una organización indeseable y difusión de falsedades”. Alexéi Gorinov, diputado, condenado a 7 años de prisión por decir en marzo de 2022 que había alrededor de cien niños muertos en Ucrania a partir de la invasión de Rusia. Yuri Dmítriev, defensor de derechos humanos, condenado a 15 años de prisión falsamente acusado de producir pornografía infantil. Sasha Skóchilenko, artista, detenida sin condena desde marzo de 2022 por colocar información sobre el bombardeo a la ciudad ucraniana de Mariúpol en un supermercado de San Petersburgo. María Ponomarenko, periodista, condenada a 6 años de prisión acusada de difundir falsedades. Vsévolod Korolev, documentalista, detenido sin condena desde julio de 2022 bajo la misma acusación.
Artem Tiurin es uno de los fundadores de la sede en Estonia de la organización Rusos contra la Guerra y estuvo a cargo de la coordinación de la exposición en Tallin. “Se seleccionaron 16 prisioneros políticos con historias vívidas e injustas. Mostramos un grupo que es tan sólo una pequeña fracción del número total de detenidos políticos en Rusia, pero reflejan diversidad y demuestran que los opositores a Vladimir Putin y los contrarios a la guerra son personas completamente diferentes”, dice el originario de Nizhni Nóvgorod.
El activista también explica que el objetivo de esta muestra itinerante es llamar la atención sobre la flagrante violación de los derechos humanos en Rusia, mostrar que existen rusos que se oponen a Putin y a la guerra, y que muchos de ellos son encarcelados por sus ideas, sometidos a torturas y retenidos en condiciones insoportables.
“A menudo, la gente en países occidentales se pregunta por qué los rusos no salen a las calles y derrocan a Putin. Lo que sucede es que el precio de protestar es muy alto, incluso un manifestante pacífico con una hoja de papel en blanco puede enfrentar más de 5 años de cárcel. A través de esta exposición, intentamos responder a la pregunta de por qué millones de rusos no protestan. Y exigimos que la liberación de los presos políticos rusos se incluya en todas las futuras negociaciones occidentales con Putin y que se inste a su liberación a través de todos los medios disponibles”, reclama.
El proyecto fue originalmente planeado por un grupo de diputados municipales de Rusia que se vieron obligados a abandonar el país debido a la persecución y al inicio de la invasión a gran escala en febrero del año pasado. Entre ellos, Elena Filina, ex diputada municipal del distrito Vernadsky de Moscú (2017-2022), y que ha sido incluida en el listado internacional de personas buscados por el gobierno ruso acusada de “difundir noticias falsas sobre el ejército ruso”. Esto podría significarle hasta 10 años de prisión.
La exposición en Tallin, la primera de las 17 planeadas hasta ahora, tuvo resultados positivos y hubo apoyo tanto popular como oficial. Durante los discursos de inauguración, un domingo por la tarde, muchos locales y turistas se detuvieron a leer la información disponible. Sin embargo, también hubo provocadores, algunos insultos, un hombre que al pasar mostró su dedo mayor a los manifestantes.
Tiurin dice que “la sociedad estonia está dividida, con un número significativo de residentes de habla rusa inclinados a creer en la propaganda de Putin y albergar hostilidad hacia nuestras iniciativas”. Pese a esto, también señala que las políticas de migración de Estonia solo benefician a Moscú y no alivian la situación de los disidentes rusos: “las restricciones de migración contribuyen al aumento de los detenidos políticos en Rusia y Bielorrusia”.
Pese a que, en 2022, 213 ciudadanos rusos y bielorrusos solicitaron asilo en Estonia, las restricciones de este país al ingreso de rusos han ido aumentando progresivamente. Desde septiembre del año pasado, se ha prohibido el ingreso de turistas rusos, es decir, personas que cuenten con un visado para estancias de corta duración; las universidades locales restringieron la admisión de estudiantes rusos y bielorrusos; y, más recientemente, los vehículos particulares con matrículas rusas no pueden ingresar al país.
Aun así, un 28% del casi millón de ciudadanos rusos que ingresaron a la Unión Europea en los primeros seis meses posteriores al comienzo de la invasión a gran escala, lo hicieron a través de Estonia. Es el segundo mayor porcentaje, detrás de Finlandia (33%), según datos de Frontex, la agencia del bloque continental encargada de las fronteras.
Luego de Tallin, la exhibición Rostros de la Resistencia Rusa continuará en Lituania, Alemania, República Checa, Dinamarca, Suecia, Noruega, Letonia, Países Bajos y Argentina, como el único país fuera de Europa.
Alex Nowinsky es coorganizador del movimiento Freerussia Argentina y está a cargo de la exhibición en Buenos Aires, que aún no tiene fecha concreta, pero aspira a que sea a comienzos de 2024. Nowinsky dejó su país durante el otoño austral del año pasado, cuando la policía lo buscaba por manifestarse en contra de la guerra, y ahora explica que, desde la invasión rusa a Ucrania y la intensificación de la represión política, muchos opositores se han visto obligados a exiliarse. “Algunos de ellos emigraron a países vecinos de la antigua Unión Soviética, mientras que otros volaron más lejos. Argentina resultó ser uno de los países más convenientes para la migración, por lo que una vez más en la historia llegó aquí una ola de inmigrantes y refugiados rusos”.
Sin embargo, explica el ahora residente en la capital argentina, esto tiene dos problemas: “en primer lugar, no sólo los rusos que no apoyan a Putin volaron a Argentina, sino también los partidarios de la guerra y los empleados de las fuerzas del orden rusas. Como resultado, fui atacado personalmente dos veces por putinistas en Buenos Aires. Otros activistas políticos también fueron atacados. En general, están ejerciendo todo tipo de presiones sobre el movimiento pacifista de los rusos en Argentina. En segundo lugar, la mayoría de los argentinos no tiene una noción correcta de lo que está sucediendo en Ucrania y no entiende la política rusa”.
El activista también traza un paralelismo con las dictaduras militares en Latinoamérica y dice que “los argentinos deben ver lo que el gobierno ruso está haciendo con sus ciudadanos. El Kremlin encarcela y mata a rusos si no están de acuerdo con sus políticas, si se oponen a la guerra en Ucrania, a las elecciones amañadas y a la dictadura, o si apoyan la democracia. Están presionando a los opositores en el extranjero, incluida Argentina. Argentina no debería ser un refugio seguro para criminales de guerra y propagandistas. Por eso, organizar aquí una exposición sobre la resistencia rusa es una tarea increíblemente importante”.
Nowinsky no fue el único que sufrió las consecuencias de los partidarios del presidente ruso en el extranjero. De hecho, estaba previsto que la exposición Rostros de la Resistencia Rusa se inaugurara en Budva, Montenegro, el 1° de octubre, pero dos días antes de la apertura, las autoridades locales revocaron los permisos. “Esta decisión fue política y arbitraria. Nuestros organizadores en Budva se encontraron con sentimientos pro-Kremlin dentro del municipio local. De hecho, los funcionarios locales comenzaron las conversaciones con la frase ‘amamos a Putin’. Así que debimos posponer el evento”, cuenta Tiurin.
Eso no ocurrió en Tallin, capital de un país con casi un cuarto de la población que es étnicamente rusa y algo más de un 6% que cuenta con ciudadanía legal del país vecino. Gracias a la comunidad de opositores al Kremlin que se ha desarrollado en la ciudad, la exposición pudo organizarse en apenas una semana. Las donaciones necesarias se recaudaron en tan sólo un día y no resultó dificultoso obtener los permisos necesarios de las autoridades locales para desarrollar el evento en un espacio público.
Hoy los rostros de esta resistencia activa que empieza a expandirse viajan por el continente europeo. El dar a conocer estas historias, el difundir esta información, ayuda a derribar mitos y prejuicios, pero también a generar solidaridad internacional con un pueblo que sufre represión y persecuciones sistemáticas.