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Monitoreo de la gobernabilidad democrática
El daño económico del diferendo entre Perú y Chile por el límite marítimo
Desafortunadamente, en América Latina abundan este tipo de problemas limítrofes que son susceptibles de ser manipulados políticamente y que entorpecen el desarrollo de nuestras naciones.Por Raúl Ferro
El diferendo entre Perú y Chile por el límite marítimo ha sido el tema dominante en Santiago y en Lima durante estos últimos días. Es un asunto complejo, que tiene una lógica política bastante clara para el gobierno de Alan García, pero que llega en muy mal momento desde el punto de vista económico.
Perú y Colombia son hoy los dos destinos principales para la inversión chilena en el exterior. Perú, además de ser un mercado en expansión, se ha convertido en un buen centro de producción para varias industrias chilenas cuya rentabilidad depende de los costos energéticos y que han encontrado allá mejores oportunidades que en Chile.
Por su parte, siendo una economía de tamaño medio, Perú depende de inversión como la chilena para apuntalar su crecimiento económico, especialmente por la complementariedad y similitudes que existen entre los dos países en términos de fortalezas productivas (riqueza minera y pesquera, potencial agroindustrial, tipo de mercado turístico al que apuntan, proyección al Pacífico y a Asia, etc.).
Aunque el diferendo limítrofe está encapsulado en la Corte de La Haya y su resolución tomará varios años, la hipersensibilidad política que provoca retroalimenta a los fantasmas nacionalistas presentes en ambos países (con diferentes formas de manifestación) y trae un riesgo (especialmente en Perú) que va a estar planeando permanentemente sobre las relaciones comerciales y económicas entre ambos países.
Desafortunadamente, en América Latina abundan este tipo de problemas limítrofes que son susceptibles de ser manipulados políticamente y que entorpecen el desarrollo de nuestras naciones. Son conflictos del pasado, que no se corresponden con la nueva realidad de las relaciones internacionales (en las que el comercio y la economía tienen un peso mucho mayor que el territorio para el crecimiento de una sociedad), pero que desafortunadamente están profundamente instalados en el subconsciente de la gente, por lo que es difícil cambiar la perspectiva con que se analizan.
Buscar acuerdos realistas y equitativos (que siempre requieren sacrificios mutuos) trae muchos más beneficios que mantener posturas recalcitrantes, pero es algo muy difícil de vender políticamente. Quien tire la primera piedra será lapidado sin piedad por sus contrincantes políticos, dispuestos a sacar ganancias de corto plazo y sin importarles en lo más mínimo los efectos de largo plazo.
Raúl FerroConsejero ConsultivoAnalista de economía y negocios especializado en América Latina. Fue corresponsal en Sudamérica de distintos medios económicos de EE.UU. y el Reino Unido, director editorial de la revista AméricaEconomía y director de estudios de BNamericas. Es Director del Consejo Consultivo de CADAL.
El diferendo entre Perú y Chile por el límite marítimo ha sido el tema dominante en Santiago y en Lima durante estos últimos días. Es un asunto complejo, que tiene una lógica política bastante clara para el gobierno de Alan García, pero que llega en muy mal momento desde el punto de vista económico.
Perú y Colombia son hoy los dos destinos principales para la inversión chilena en el exterior. Perú, además de ser un mercado en expansión, se ha convertido en un buen centro de producción para varias industrias chilenas cuya rentabilidad depende de los costos energéticos y que han encontrado allá mejores oportunidades que en Chile.
Por su parte, siendo una economía de tamaño medio, Perú depende de inversión como la chilena para apuntalar su crecimiento económico, especialmente por la complementariedad y similitudes que existen entre los dos países en términos de fortalezas productivas (riqueza minera y pesquera, potencial agroindustrial, tipo de mercado turístico al que apuntan, proyección al Pacífico y a Asia, etc.).
Aunque el diferendo limítrofe está encapsulado en la Corte de La Haya y su resolución tomará varios años, la hipersensibilidad política que provoca retroalimenta a los fantasmas nacionalistas presentes en ambos países (con diferentes formas de manifestación) y trae un riesgo (especialmente en Perú) que va a estar planeando permanentemente sobre las relaciones comerciales y económicas entre ambos países.
Desafortunadamente, en América Latina abundan este tipo de problemas limítrofes que son susceptibles de ser manipulados políticamente y que entorpecen el desarrollo de nuestras naciones. Son conflictos del pasado, que no se corresponden con la nueva realidad de las relaciones internacionales (en las que el comercio y la economía tienen un peso mucho mayor que el territorio para el crecimiento de una sociedad), pero que desafortunadamente están profundamente instalados en el subconsciente de la gente, por lo que es difícil cambiar la perspectiva con que se analizan.
Buscar acuerdos realistas y equitativos (que siempre requieren sacrificios mutuos) trae muchos más beneficios que mantener posturas recalcitrantes, pero es algo muy difícil de vender políticamente. Quien tire la primera piedra será lapidado sin piedad por sus contrincantes políticos, dispuestos a sacar ganancias de corto plazo y sin importarles en lo más mínimo los efectos de largo plazo.