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Monitoreo de la gobernabilidad democrática
Nuestras democracias imperfectas
El pasado martes 25 de agosto, en la sede de CADAL en Buenos Aires, se
realizó una nueva clase de la edición 2009 del Programa Latinoamericano de
Extensión Académica, en cuya oportunidad el periodista uruguayo Tomás Linn se
refirió al tema ''Nuestras democracias imperfectas''.
El pasado martes 25 de agosto, en la sede de CADAL en Buenos Aires, se realizó una nueva clase de la edición 2009 del Programa Latinoamericano de Extensión Académica, en cuya oportunidad el periodista uruguayo Tomás Linn se refirió al tema "Nuestras democracias imperfectas".
Tomas Linn nació en Montevideo en 1950. Es columnista de la revista “Búsqueda” desde 1989 y profesor de periodismo en la Universidad Católica de Uruguay. Tras culminar sus estudios en la Escuela Superior de Periodismo (Insituto grafotecnico) de Buenos Aires, inicio su carrera en el diario de Montevideo en 1974. Trabajo en radio, televisión y durante un breve periodo en la agencia Reuters. Fue secretario de redacción de los seminarios “Opción” y “Aquí” en los años 80. Tiene un grado en comunicación de la Universidad Católica del Uruguay y fue Humphrey Fellow en la Universidad de Maryland (College Park) entre 1995 y 1996. Escribió cuatro libros. Dos de ellos abordan temas periodísticos: “De buena fuente” (1989) y “Pasión, rigor y libertad” (1999). Los otros dos se refieren a temas de actualidad política: “Los temas sobre la mesa” (1994) y “Los nabos de siempre” (2004).
Nuestras democracias imperfectas
Hubo euforia en toda América Latina cuando empezaron a caer las dictaduras de los años 70 y el mapa del continente se tiño de color democrático. Sin embargo, 25 años después estas desnudan sus imperfecciones. El desprecio al ciudadano en su vida cotidiana menoscaba la propia democracia. Quedan sin resolver los dramas de la seguridad, la educación, la economía. Los parlamentos derrocan gobiernos. Crece el reclamo de “que se vayan todos”. Surgen autócratas elegidos por voto popular y aparecen constituciones “inconstitucionales”. La religión oficial infiere en lo político o se impone la intolerancia cuando rige el secularismo jacobino. Sigue consolidada una cultura antidemocrática y los modelos predicados suelen ser dictaduras vergonzosas.
Linn propone rescatar la visión “clásica” de la democracia constitucional y liberal para proyectarla y ajustarla a las exigencias del siglo XXI. Ante tantos tropiezos, fruto de formulas fallidas, lo clásico se torna contemporáneo y necesario y a eso apuesta Linn para consolidar las democracias en nuestros países.
El pasado martes 25 de agosto, en la sede de CADAL en Buenos Aires, se realizó una nueva clase de la edición 2009 del Programa Latinoamericano de Extensión Académica, en cuya oportunidad el periodista uruguayo Tomás Linn se refirió al tema "Nuestras democracias imperfectas".
Tomas Linn nació en Montevideo en 1950. Es columnista de la revista “Búsqueda” desde 1989 y profesor de periodismo en la Universidad Católica de Uruguay. Tras culminar sus estudios en la Escuela Superior de Periodismo (Insituto grafotecnico) de Buenos Aires, inicio su carrera en el diario de Montevideo en 1974. Trabajo en radio, televisión y durante un breve periodo en la agencia Reuters. Fue secretario de redacción de los seminarios “Opción” y “Aquí” en los años 80. Tiene un grado en comunicación de la Universidad Católica del Uruguay y fue Humphrey Fellow en la Universidad de Maryland (College Park) entre 1995 y 1996. Escribió cuatro libros. Dos de ellos abordan temas periodísticos: “De buena fuente” (1989) y “Pasión, rigor y libertad” (1999). Los otros dos se refieren a temas de actualidad política: “Los temas sobre la mesa” (1994) y “Los nabos de siempre” (2004).
Nuestras democracias imperfectas
Hubo euforia en toda América Latina cuando empezaron a caer las dictaduras de los años 70 y el mapa del continente se tiño de color democrático. Sin embargo, 25 años después estas desnudan sus imperfecciones. El desprecio al ciudadano en su vida cotidiana menoscaba la propia democracia. Quedan sin resolver los dramas de la seguridad, la educación, la economía. Los parlamentos derrocan gobiernos. Crece el reclamo de “que se vayan todos”. Surgen autócratas elegidos por voto popular y aparecen constituciones “inconstitucionales”. La religión oficial infiere en lo político o se impone la intolerancia cuando rige el secularismo jacobino. Sigue consolidada una cultura antidemocrática y los modelos predicados suelen ser dictaduras vergonzosas.
Linn propone rescatar la visión “clásica” de la democracia constitucional y liberal para proyectarla y ajustarla a las exigencias del siglo XXI. Ante tantos tropiezos, fruto de formulas fallidas, lo clásico se torna contemporáneo y necesario y a eso apuesta Linn para consolidar las democracias en nuestros países.