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Monitoreo de la gobernabilidad democrática
Perú: Las nostálgicas propuestas de Pedro Castillo
Las propuestas generales de Castillo y Perú Libre tienen importantes similitudes con los postulados de la dictadura militar nacionalista de izquierda de Juan Velasco Alvarado que gobernó el Perú entre 1968 y 1975. Con una grave crisis institucional y sin partidos políticos funcionales, Perú enfrenta un gran desafío en la elección del 6 de junio. Más allá de sus posiciones ideológicas, tanto Castillo como su contrincante tienen tendencias autocráticas.Por Raúl Ferro
Pedro Castillo ha sido la gran sorpresa política peruana y latinoamericana. De ser un casi desconocido maestro de escuela y dirigente sindical, obtuvo la primera mayoría en una fraccionada elección presidencial y el próximo 6 de junio competirá en una segunda vuelta con la conservadora Keiko Fujimori. Las primeras encuestas dan una amplia ventaja para Castillo.
Aunque ha tratado de desmarcarse de esta posición, Castillo sintoniza con el chavismo, especialmente con las versiones de Rafael Correa y Evo Morales. Sin embargo, pese a su origen provinciano y con raíces rurales, el programa de su partido, Perú Libre, no recoge la visión indigenista y plurinacional de estos líderes chavistas. Más bien, condimentadas con algunas actualizaciones adaptadas a las problemáticas actuales, este tiene predominantemente elementos propios de la izquierda estructuralista de los años 60, incluyendo un preocupante cuestionamiento del Sistema Interamericano de Derechos Humanos y de la Sociedad Interamericana de Prensa, a los que acusa de ser afines al imperialismo. También arremete contra las políticas de género y las reivindicaciones LGTB. En esto coincide con la visión de Fujimori.
Las propuestas generales de Castillo y Perú Libre tienen importantes similitudes con los postulados de la dictadura militar nacionalista de izquierda de Juan Velasco Alvarado que gobernó el Perú entre 1968 y 1975, durante la cual se estatizó una parte importante de la economía y se incautaron los medios de comunicación, con terribles resultados para el país. La dictadura de Velasco rompió estructuras que era necesario reformar profundamente pero no supo construir alternativas funcionales y no se proyectó más allá de su experimento. Quedó como un mal recuerdo que, junto con la irrupción de la insurrección terrorista de Sendero Luminoso en los años 80, alimentó un fuerte sesgo anti izquierdista en el Perú. Sin embargo, eso ya es historia. La gran mayoría de la población actual no había nacido cuando cayó el gobierno de Velasco en 1975.
Esta inclinación hacia la izquierda sesentera de Perú Libre no debe llamar tanto la atención. El fundador, líder principal de Perú Libre y actual secretario general del partido, Vladimir Cerrón, es un neurocirujano formado en Camagüey, Cuba, y es un gran admirador de la revolución cubana. Cerrón invitó a Castillo a ser candidato por su partido ya que, debido a una sentencia por negociación indebida cuando era presidente regional, está inhabilitado para ocupar cargos públicos. Para algunos analistas locales, Cerrón sería el poder detrás del trono de Castillo si este logra la presidencia, pero otros discrepan. En todo caso, será un personaje muy influyente.
¿Serán capaces Castillo y Perú Libre, 50 años después, de entusiasmar a las nuevas generaciones con este ideario? La impresión inicial tras la primera vuelta el pasado 11 de abril era que si insistía en esa vía probablemente fracasaría en su intento por alcanzar la presidencia. Las primeras encuestas, sin embargo, apuntan en la dirección contraria. El candidato ha mostrado mesura y apertura al diálogo, con lo que seduce el fuerte voto antifujimorista que prevalece en la sociedad peruana, pero no ha dado muestras de querer avanzar hacia el centro. Castillo, de todas formas, es un político flexible, que se inició en política al alero del partido del expresidente Alejandro Toledo.
Tras la primera vuelta, Perú Libre ha reforzado su propuesta de convocar una Asamblea para redactar una nueva constitución. No tiene los votos en el Congreso para hacerlo, pero es una idea que parece tener piso entre las generaciones más jóvenes y el candidato ha insinuado que podría recurrir a un referéndum para lograrlo.
Con una grave crisis institucional y sin partidos políticos funcionales, Perú enfrenta un gran desafío en la elección del 6 de junio. Más allá de sus posiciones ideológicas, tanto Castillo como su contrincante tienen tendencias autocráticas. Un complejo escenario para un país que cumple 200 años el próximo 28 de julio, la fecha en que asumirá el próximo presidente.
Raúl FerroConsejero ConsultivoAnalista de economía y negocios especializado en América Latina. Fue corresponsal en Sudamérica de distintos medios económicos de EE.UU. y el Reino Unido, director editorial de la revista AméricaEconomía y director de estudios de BNamericas. Es Director del Consejo Consultivo de CADAL.
Pedro Castillo ha sido la gran sorpresa política peruana y latinoamericana. De ser un casi desconocido maestro de escuela y dirigente sindical, obtuvo la primera mayoría en una fraccionada elección presidencial y el próximo 6 de junio competirá en una segunda vuelta con la conservadora Keiko Fujimori. Las primeras encuestas dan una amplia ventaja para Castillo.
Aunque ha tratado de desmarcarse de esta posición, Castillo sintoniza con el chavismo, especialmente con las versiones de Rafael Correa y Evo Morales. Sin embargo, pese a su origen provinciano y con raíces rurales, el programa de su partido, Perú Libre, no recoge la visión indigenista y plurinacional de estos líderes chavistas. Más bien, condimentadas con algunas actualizaciones adaptadas a las problemáticas actuales, este tiene predominantemente elementos propios de la izquierda estructuralista de los años 60, incluyendo un preocupante cuestionamiento del Sistema Interamericano de Derechos Humanos y de la Sociedad Interamericana de Prensa, a los que acusa de ser afines al imperialismo. También arremete contra las políticas de género y las reivindicaciones LGTB. En esto coincide con la visión de Fujimori.
Las propuestas generales de Castillo y Perú Libre tienen importantes similitudes con los postulados de la dictadura militar nacionalista de izquierda de Juan Velasco Alvarado que gobernó el Perú entre 1968 y 1975, durante la cual se estatizó una parte importante de la economía y se incautaron los medios de comunicación, con terribles resultados para el país. La dictadura de Velasco rompió estructuras que era necesario reformar profundamente pero no supo construir alternativas funcionales y no se proyectó más allá de su experimento. Quedó como un mal recuerdo que, junto con la irrupción de la insurrección terrorista de Sendero Luminoso en los años 80, alimentó un fuerte sesgo anti izquierdista en el Perú. Sin embargo, eso ya es historia. La gran mayoría de la población actual no había nacido cuando cayó el gobierno de Velasco en 1975.
Esta inclinación hacia la izquierda sesentera de Perú Libre no debe llamar tanto la atención. El fundador, líder principal de Perú Libre y actual secretario general del partido, Vladimir Cerrón, es un neurocirujano formado en Camagüey, Cuba, y es un gran admirador de la revolución cubana. Cerrón invitó a Castillo a ser candidato por su partido ya que, debido a una sentencia por negociación indebida cuando era presidente regional, está inhabilitado para ocupar cargos públicos. Para algunos analistas locales, Cerrón sería el poder detrás del trono de Castillo si este logra la presidencia, pero otros discrepan. En todo caso, será un personaje muy influyente.
¿Serán capaces Castillo y Perú Libre, 50 años después, de entusiasmar a las nuevas generaciones con este ideario? La impresión inicial tras la primera vuelta el pasado 11 de abril era que si insistía en esa vía probablemente fracasaría en su intento por alcanzar la presidencia. Las primeras encuestas, sin embargo, apuntan en la dirección contraria. El candidato ha mostrado mesura y apertura al diálogo, con lo que seduce el fuerte voto antifujimorista que prevalece en la sociedad peruana, pero no ha dado muestras de querer avanzar hacia el centro. Castillo, de todas formas, es un político flexible, que se inició en política al alero del partido del expresidente Alejandro Toledo.
Tras la primera vuelta, Perú Libre ha reforzado su propuesta de convocar una Asamblea para redactar una nueva constitución. No tiene los votos en el Congreso para hacerlo, pero es una idea que parece tener piso entre las generaciones más jóvenes y el candidato ha insinuado que podría recurrir a un referéndum para lograrlo.
Con una grave crisis institucional y sin partidos políticos funcionales, Perú enfrenta un gran desafío en la elección del 6 de junio. Más allá de sus posiciones ideológicas, tanto Castillo como su contrincante tienen tendencias autocráticas. Un complejo escenario para un país que cumple 200 años el próximo 28 de julio, la fecha en que asumirá el próximo presidente.