Libros
Observatorio de Relaciones Internacionales y Derechos Humanos
Maten al cartero. Posdata del asedio a la prensa durante las dictaduras militares del Cono Sur
Este libro no tiene un autor, sino tres cómplices.
Uno, Ricardo Trotti, por haberme alentado a escribirlo.
El otro, José Ignacio García Hamilton, por haberme obligado a editarlo.
Y el otro, Gabriel Salvia, por haberlo hecho realidad.
A ellos, y a todos los que contribuyeron con testimonios, documentos y aliento, gracias.
Muchas gracias por la complicidad.
EL AUTORAutor: Jorge ElíasPrólogo: José Ignacio García HamiltonPublicado por: CADALPublicación: 2005
"Con las armas del talento, la ironía, la síntesis, y el don de la expresión contundente, la frase aguda y la comparación chispeante, Jorge Elías se mueve por todo el continente y avanza y retrocede en el tiempo, por lo cual su mirada se extiende a la corrupción de los noventa en el Perú, al encubrimiento de la prensa estadounidense durante la guerra con Irak, o a la complicidad que en 1980 mostró en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU el gobierno de Fidel Castro, el pretendido sucesor de Martí en Cuba, con la dictadura militar argentina."
Del prólogo de José Ignacio García Hamilton
Por haber publicado la crónica del intento de asalto de un chofer de taxi, un hecho aparentemente intrascendente, el director de un diario del noroeste argentino estuvo preso durante seis meses sin haber sido juzgado.
Transcurría octubre de 1974 y, más allá de los desatinos del gobierno de la viuda de indicios señalaban que eran las vísperas de después. De la desaparición de un centenar de periodistas sólo en la Argentina, así como de la censura de los medios de comunicación. De una represión que, coordinada por los servicios de inteligencia de los regímenes militares del Cono Sur, iba a dejar sus huellas de miedo y de autocensura.
De eso trata este libro, plasmado sobre la base de testimonios y de documentos de la época y posteriores que, curiosamente, cobran actualidad años después, como si el tiempo no hubiera pasado, como si las heridas no hubieran cicatrizado. Terminaron las dictaduras militares, pero no terminaron las amenazas ni las agresiones contra los periodistas. Tampoco terminaron los crímenes en una región huérfana de confianza, sobre todo en las instituciones.
Casi 300 periodistas han sido asesinados en las últimas dos décadas en América latina. En la mayoría de los casos, los gobiernos han demostrado una alarmante impericia en resolverlos. O, en su afán de controlar la agenda de los medios de comunicación, han permitido que la cultura de la intimidación continuara en vigor, sembrando el miedo, y la autocensura como correlato de él, entre aquellos que tienen la labor frente a la opinión pública de investigar, exponer y comentar hechos que llegan a su conocimiento.
Los periodistas no son fiscales ni jueces, pero, a veces, se confunde su papel en la sociedad. Muchos pagan con la vida por ello.
Detrás queda el método: la eliminación sistemática, cual advertencia para los demás.
Tuvo un nombre: Operación Cóndor.
Está viva y sepultada.