Entrevistas
Análisis Latino
Santiago Roncagliolo:
«Sendero Luminoso aterrorizó tanto a la población que nadie lo defiende»
«La gente, sin embargo, quiere tener una información más matizada, necesita saber más sobre quién era este hombre- Abimael Guzmán- y este grupo, sobre cómo llegamos todos a lo que llegamos, porque la violencia no fue desplegada sólo por Sendero sino también por el Estado, que no era una dictadura sino gobiernos civiles y democráticos». Por Gabriel C. Salvia
Santiago Roncagliolo nació en Lima en 1975 y ha vivido en México, Perú y España. Su libro Abril rojo (Alfaguara, 2006) lo convirtió en el ganador más joven del Premio Alfaguara de Novela, y está en vías de traducción a más de diez idiomas. Su novela Pudor (Alfaguara, 2004) ha sido llevada al cine. Además, ha publicado El príncipe de los caimanes y los cuentos de Crecer es un oficio triste. También ha escrito guiones de cine y televisión, traducciones literarias y libros para niños. En la actualidad, reside en Barcelona y colabora con el diario El País de España y varios medios latinoamericanos.
Gabriel Salvia: ¿Qué diferencia a Sendero Luminoso y a su líder Abimael Guzmán de las otras guerrillas de América Latina?
Santiago Roncagliolo: Guzmán y Sendero surgen precisamente de una crítica a las otras guerrillas. Él descubrió que la estrategia del Che Guevara, que era la de una guerrilla foquista, que funcionaba en Cuba, no funcionaría en un país andino como Perú. La geografía es distinta y era una guerrilla que necesitaba armas, por lo tanto necesitan ser siempre dirigidas desde afuera por quien financiase las armas. Por eso, lo que hizo Guzmán fue utilizar una estrategia china bastante rara en América Latina, que es la estrategia de la revolución maoísta que más que en armas de fuego estaba basada en un convencimiento fanático de sus miembros y cuya principal arma era su gente dispuesta a lo que sea y eso también la convirtió en la guerrilla más letal de América Latina.
-En cuanto a la influencia de este grupo guerrillero en las universidades de Perú y la forma en la que ejercían la violencia, a pedradas y machetazos, ¿cómo es posible juntar gente para realizar estas prácticas?
Santiago Roncagliolo: Porque tenían un objetivo trascendental. Para ellos el marxismo funcionaba como una religión, aunque eran ateos y materialistas, no era muy distinto el marxismo de una biblia y la utopía de una sociedad igualitaria no era muy distinta que el paraíso ni Guzmán era muy distinto que un mesías. Cuando alguien tiene un objetivo político como la nacionalización de los hidrocarburos o la independencia de un país, tiene ciertos límites de la violencia a desplegar. Pero cuando tu objetivo es trascendental, el nuevo hombre, ellos se plantean en estos términos de ser la vanguardia comunista del mundo. Cuando tu objetivo es de este nivel de trascendencia eso reduce la importancia de la vida, tanto de la tuya como combatiente como la de tus víctimas, porque una muerte, diez o veinte mil, siempre son pocos para la envergadura de tus objetivos. El otro hecho que los volvía violentos era que no tenían armas de fuego, ya que sólo obtenían las que les robaban a la policía o militares y las reservaban para enfrentamientos con ellos. Su gente solía atacar a machetazos o pedradas, lo cual los volvió muy violentos y difícil de controlar, inclusive para la misma cúpula.
-¿Quedó algo de Sendero Luminoso en Perú? ¿Y cómo se revisa allí esta etapa?
Santiago Roncagliolo: Quedan algunas columnas que estuvieron con Sendero que son las que operaban en las zonas cocaleras que constituía una especie de Estado de los vecinos cocaleros y establecía el precio de la coca y cobraban una especie de impuesto por la venta al narcotráfico. Desmantelada la organización y capturada la cúpula, las columnas se quedaron en esa zona y se convirtieron en una especie de guardia de asalto del narcotráfico. Una escolta del narcotráfico, pero no es una organización política con objetivos políticos como lo era Sendero Luminoso. Si no es conocido fuera de Perú es porque durante muchos años fue desconocido dentro de Perú. Estamos hablando de un grupo que desplegó tal nivel de violencia y aterrorizó tanto a la población que nadie lo defiende. No tiene ni siquiera un nivel de polémica en torno a ellos como lo tienen otras guerrillas, como la de Argentina, por ejemplo. En los últimos años, y con este libro en particular, he tenido la impresión de que la gente, sin embargo, quiere tener una información más matizada, necesita saber más sobre quién era este hombre y este grupo, sobre cómo llegamos todos a lo que llegamos, porque la violencia no fue desplegada sólo por Sendero sino también por el Estado, que no era una dictadura sino gobiernos civiles y democráticos. Así que a mí me gustó mucho llevar el libro a Perú y he encontrado un gran interés de la gente por esta manera de contarlo, que es un reportaje, una historia que lo cuenta como una novela para que el lector saque sus propias conclusiones. Lo más impactante fue que les haya gustado tanto a terroristas que están en las cárceles como a militares. Y eso es muy emocionante, porque hasta ahora no había una versión que todos considerasen verosímil y ahora la hay, gracias a Dios.
-¿A qué se debe a la importancia que tuvo la participación de la mujer en una guerrilla de este tipo?
Santiago Roncagliolo: Eran muy importantes las mujeres. Según ellos eran el 40% y de hecho eran, por lo menos, el 60% en la cúpula alrededor de Guzmán. La explicación más coherente que me dieron en la cárcel las mujeres de Sendero Luminoso es que es un país muy machista y los hombres son unos inútiles. Las que son capaces de dirigir contingentes de personas y llevar a cabo proyectos colectivos son las mujeres; ellas son más hábiles. También consideran que eran las más oprimidas y tenían mucha más rabia que los hombres porque se sumaba su condición de mujeres a sus reivindicaciones sociales. Lo que es significativo es que las mujeres siguen siendo dentro de los que están presos el corazón de Sendero. Muchos de los miembros de la cúpula cuando los intentas entrevistar te dicen que lo harán si los autorizan las presas de la cárcel de mujeres y eso es muy impactante, sobre todo porque en el fondo todas estas mujeres veneraban a un hombre e incluso hay en el libro fotos de las mujeres desfilando frente a la imagen de Abimael Guzmán.
-¿Cómo ve los episodios que vienen sucediendo con las FARC y el papel de Chávez?
Santiago Roncagliolo: El último giro parece que permite devolverle a Chávez el papel de mediador. Después de lo que pasó con el niño parecía imposible que Chávez tuviera alguna legitimidad, pero después, con la liberación de Clara Rojas y Consuelo, creo que las FARC le están diciendo a Chávez que quieren que él sea su mediador y le están diciendo a Uribe que pueden liberar gente y hacer el canje humanitario y espero que eso sea posible por los rehenes. Lo que parece estar queriendo hacer Chávez, según sus últimas declaraciones, es tratar de darle una categoría internacional, presentarlos como ejército y que sean considerados como parte deliberante y no como terroristas y delincuentes. Habría que ver si esto es una condición para continuar las negociaciones y suspender los secuestros o lo contrario que suspender los secuestros, y este tipo de acciones sea un primer paso para dialogar y conseguir una solución pacifica en Colombia. Yo tengo mis dudas de si son delincuentes o guerrilleros. Carezco de una información necesaria para responder algo así, pero los métodos y condiciones de secuestro no son muy humanitarios. No sugiere que estemos hablando de una guerrilla, pues uno de los principios básicos suele ser respetar ciertas convenciones humanitarias y ciertas leyes del derecho internacional. Pero, por ejemplo, lo que hizo Sendero en Perú y precisamente en las zonas del narcotráfico, fue constituirse como Estado donde el Estado era peor que ellos y esa información es la que me falta en aquellas zonas del narcotráfico y las zonas cocaleras de Colombia.
-¿Qué papel juega la droga en relación a la guerrilla?
Santiago Roncagliolo: En Perú, y no creo que sea muy distinto a Colombia, la droga cumple varias funciones. Primero, que rompe mucho al Estado y eso hace que la población y, principalmente, los campesinos cocaleros, necesiten un Estado paralelo que los defienda del Estado. Segundo, entra mucho dinero y eso permite financiar a las guerrillas. Cualquier movimiento violento de la zona sabe que puede conseguir dinero de ahí. Tercero, y esto es algo que manejaban Sendero Luminoso y también las FARC, es que el que compra las drogas es Estados Unidos y les importa muy poco que se droguen, pues ellos son sus enemigos.
-¿Cómo ve la segunda presidencia de Ortega en Nicaragua?
Santiago Roncagliolo: Muy distinta que la primera. Lo veo tratando de mediar entre Chávez y Estados Unidos porque no se va a poder librar de ninguno de los dos. Nicaragua es demasiado débil para tener realmente una especie de liderazgo o política independiente de lo que está sucediendo en la región. Por otro lado, Ortega se ha mostrado muy cerca de Chávez en algunas cosas, sobre todo públicas, pero ha seguido negociando con Estados Unidos y eso marca una diferencia fundamental entre las izquierdas de ahora y las que había al principio del sandinismo. El propio Chávez puede gritar mucho contra Estados Unidos, pero es su principal intercambio comercial y nadie está suspendiendo los negocios. Esta retórica se ha convertido en algo más útil para la galería y el público que en el reflejo de una verdadera política de oposición a Estados Unidos, que es el enemigo declarado.
-Teniendo en cuenta que toda América Latina está democratizada, ¿nota que hay demasiada tolerancia hacia lo que sucede en Cuba?
Santiago Roncagliolo: Acá todo el mundo sabe lo que estamos esperando y no va demorar. Ya, desde España, Estados Unidos e incluso en Venezuela, están moviendo sus piezas para cuando muera Fidel y lo hacen con mayor o menor delicadeza. Pero está claro que todos están pidiendo que este régimen cambie, que si él está dispuesto a cambiar pacíficamente los intereses de todos los involucrados -también de los inversionistas extranjeros- van a estar más tranquilos y el propio régimen ha dado señales de que quiere cambiar y que lo va hacer lenta y burocráticamente. Pero es consciente de que la situación es bastante insostenible. Creo que en el caso de Cuba está pasando todo a nivel de negociaciones para el día después.
-¿Qué escenario vislumbra en una transición en Cuba?
Santiago Roncagliolo: Es difícil decirlo, en la medida que tu liberas la economía. Incluso antes de la liberalización política, van a surgir grupos de poder que van a poner en cuestión el poder político. Los modelos que surgen después de la caída del Muro son la Unión Soviética que liberalizó todo y se llenó de mafia, la economía empezó a ser movida por mafias y terminó teniendo un líder como Putin que controla la economía, los recursos naturales, vuelve a muchas cosas de la Unión Soviética para poner un poco de orden y vuelve un régimen autoritario. La otra línea es la China que no libera nada de presión política, que continua ejerciendo un férreo control de la libertad de expresión y sobre sus ciudadanos y que sin embargo va abriendo su economía de una forma controlada y va calculando que va a ser un proceso muy gradual y lento. Estudios de algunos economistas reducen la viabilidad de una transición democrática a si un país tiene 9.000 dólares per cápita, en cuyo caso su transición a la democracia será exitosa y si tiene menos, no. Habrá que ver entonces cómo interactúan los avances políticos con los económicos. Va a ser un proceso demasiado complejo como para hacer un pronóstico.
-En una parte de su libro alguien le sostiene que la democracia había fracasado en Perú y había que volarla en pedazos. ¿Por qué cree que la democracia se critica abiertamente, lo cual era impensable cuando se retornó de las dictaduras?
Santiago Roncagliolo: Porque son democracias muy desiguales. América Latina no es la región más pobre del mundo -de hecho mucho más pobre es África- ni es el más violento, ni tampoco tiene una cantidad de tensión y armas nucleares como Medio Oriente y Asia; pero es el sitio más desigual del mundo y eso crea dos grupos que suelen ser mitad y mitad. O sea, no es que los ricos sean un 10% y que destrocen al resto que es pobre ni tampoco al revés, sino que son muy parejos numéricamente, de los cuales uno se beneficia de la democracia, que son los grupos de clase media para arriba e incluso los grupos que son pobres pero que consideran que pueden estar mejor, sobre todo en las zonas urbanas donde hay industrias y hay desarrollo sostenido. Pero se quedan fuera del proyecto democrático por lo menos la mitad de los países, sobre todo las mitades rurales y que han estado lejos siempre de los servicios del Estado y por lo tanto creen que la democracia no los representan y tanto la ecuatoriana como la boliviana, venezolana y peruana son sociedades muy divididas que no se entienden ni se gustan mutuamente. Lo que a mi me parece importante es saber que ninguna de las dos va a ganar, que no puedes acabar con la otra mitad. En la democracia no gana el que tiene razón sino el que tiene las alianzas que beneficien a más ciudadanos y entonces no hay más remedio de que estas dos mitades se sienten, pacten y vean cómo se van a desarrollar los países. De todos modos, creo que hay muchos avances y ambos lados parecen muy distintos, pero tanto uno como otro participan en elecciones. Hace 20 o 30 años uno apoyaba golpes militares y el otro guerrillas, y ahora nadie tiene fusiles en la mano; se odian, pero se sientan y hablan. Yo creo que por un lado el sector conservador- liberal-democrático se está haciendo más sensible a los sectores más pobres y este sector por su parte se está dando cuenta de que si son más y votan todos juntos ganan las elecciones. Entonces se están acomodando en juegos democráticos, donde a veces se llevan con mejores modales y otras con peores, dependiendo con la situación de cada sitio.
-¿Cómo está viendo el nuevo gobierno de Alan García en Perú?
Santiago Roncagliolo: Creo que es un gobierno que está haciendo bien lo que hizo mal en los 80. Las cifras macroeconómicas son muy buenas, la economía y la democracia están estables, el crecimiento es muy alto; pero el problema es que la pobreza también está estable. De hecho, tenemos un 49% del país que votó contra el sistema democrático que vive en zonas donde las inversiones privadas no llegan o si llegan tributan muy poco y la gente no siente que sirvan para que sus vidas mejoren. Entonces creo que es necesario que el Estado participe en la economía, que dentro del sistema liberal, que este gobierno respeta mucho, es difícil. Y mientras la gente no sienta que en democracia se vive mejor la democracia es frágil y puede votar democráticamente por un líder autoritario, por un antisistema o un outsider. Pero este es un gobierno que está mucho más ordenado macroeconómicamente y democráticamente que el anterior y, por lo tanto, les ha ido mucho mejor que las expectativas que tenían sobre todo las clases medias y altas que fueron las que más perdieron en el gobierno de Alan García de los 80.
Gabriel C. SalviaDirector GeneralActivista de derechos humanos enfocado en la solidaridad democrática internacional. En 2024 recibió el Premio Gratias Agit del Ministerio de Relaciones Exteriores de la República Checa. Es autor de los libros "Memoria, derechos humanos y solidaridad democrática internacional" (2024) y "Bailando por un espejismo: apuntes sobre política, economía y diplomacia en los gobiernos de Cristina Fernández de Kirchner" (2017). Además, compiló varios libros, entre ellos "75 años de la Declaración Universal de Derechos Humanos: Miradas desde Cuba" (2023), "Los derechos humanos en las relaciones internacionales y la política exterior" (2021), "Desafíos para el fortalecimiento democrático en la Argentina" (2015), "Un balance político a 30 años del retorno a la democracia en Argentina" (2013) y "Diplomacia y Derechos Humanos en Cuba" (2011), Sus columnas de opinión han sido publicadas en varios medios en español. Actualmente publica en Clarín, Perfil, Infobae y La Nación, de Argentina. Ha participado en eventos internacionales en América Latina, África, Asia, Europa, los Balcanes y en Estados Unidos. Desde 1992 se desempeña como director en Organizaciones de la Sociedad Civil y es miembro fundador de CADAL. Como periodista, trabajó entre 1992 y 1997 en gráfica, radio y TV especializado en temas parlamentarios, políticos y económicos, y posteriormente contribuyó con entrevistas en La Nación y Perfil.
Santiago Roncagliolo nació en Lima en 1975 y ha vivido en México, Perú y España. Su libro Abril rojo (Alfaguara, 2006) lo convirtió en el ganador más joven del Premio Alfaguara de Novela, y está en vías de traducción a más de diez idiomas. Su novela Pudor (Alfaguara, 2004) ha sido llevada al cine. Además, ha publicado El príncipe de los caimanes y los cuentos de Crecer es un oficio triste. También ha escrito guiones de cine y televisión, traducciones literarias y libros para niños. En la actualidad, reside en Barcelona y colabora con el diario El País de España y varios medios latinoamericanos.
Gabriel Salvia: ¿Qué diferencia a Sendero Luminoso y a su líder Abimael Guzmán de las otras guerrillas de América Latina?
Santiago Roncagliolo: Guzmán y Sendero surgen precisamente de una crítica a las otras guerrillas. Él descubrió que la estrategia del Che Guevara, que era la de una guerrilla foquista, que funcionaba en Cuba, no funcionaría en un país andino como Perú. La geografía es distinta y era una guerrilla que necesitaba armas, por lo tanto necesitan ser siempre dirigidas desde afuera por quien financiase las armas. Por eso, lo que hizo Guzmán fue utilizar una estrategia china bastante rara en América Latina, que es la estrategia de la revolución maoísta que más que en armas de fuego estaba basada en un convencimiento fanático de sus miembros y cuya principal arma era su gente dispuesta a lo que sea y eso también la convirtió en la guerrilla más letal de América Latina.
-En cuanto a la influencia de este grupo guerrillero en las universidades de Perú y la forma en la que ejercían la violencia, a pedradas y machetazos, ¿cómo es posible juntar gente para realizar estas prácticas?
Santiago Roncagliolo: Porque tenían un objetivo trascendental. Para ellos el marxismo funcionaba como una religión, aunque eran ateos y materialistas, no era muy distinto el marxismo de una biblia y la utopía de una sociedad igualitaria no era muy distinta que el paraíso ni Guzmán era muy distinto que un mesías. Cuando alguien tiene un objetivo político como la nacionalización de los hidrocarburos o la independencia de un país, tiene ciertos límites de la violencia a desplegar. Pero cuando tu objetivo es trascendental, el nuevo hombre, ellos se plantean en estos términos de ser la vanguardia comunista del mundo. Cuando tu objetivo es de este nivel de trascendencia eso reduce la importancia de la vida, tanto de la tuya como combatiente como la de tus víctimas, porque una muerte, diez o veinte mil, siempre son pocos para la envergadura de tus objetivos. El otro hecho que los volvía violentos era que no tenían armas de fuego, ya que sólo obtenían las que les robaban a la policía o militares y las reservaban para enfrentamientos con ellos. Su gente solía atacar a machetazos o pedradas, lo cual los volvió muy violentos y difícil de controlar, inclusive para la misma cúpula.
-¿Quedó algo de Sendero Luminoso en Perú? ¿Y cómo se revisa allí esta etapa?
Santiago Roncagliolo: Quedan algunas columnas que estuvieron con Sendero que son las que operaban en las zonas cocaleras que constituía una especie de Estado de los vecinos cocaleros y establecía el precio de la coca y cobraban una especie de impuesto por la venta al narcotráfico. Desmantelada la organización y capturada la cúpula, las columnas se quedaron en esa zona y se convirtieron en una especie de guardia de asalto del narcotráfico. Una escolta del narcotráfico, pero no es una organización política con objetivos políticos como lo era Sendero Luminoso. Si no es conocido fuera de Perú es porque durante muchos años fue desconocido dentro de Perú. Estamos hablando de un grupo que desplegó tal nivel de violencia y aterrorizó tanto a la población que nadie lo defiende. No tiene ni siquiera un nivel de polémica en torno a ellos como lo tienen otras guerrillas, como la de Argentina, por ejemplo. En los últimos años, y con este libro en particular, he tenido la impresión de que la gente, sin embargo, quiere tener una información más matizada, necesita saber más sobre quién era este hombre y este grupo, sobre cómo llegamos todos a lo que llegamos, porque la violencia no fue desplegada sólo por Sendero sino también por el Estado, que no era una dictadura sino gobiernos civiles y democráticos. Así que a mí me gustó mucho llevar el libro a Perú y he encontrado un gran interés de la gente por esta manera de contarlo, que es un reportaje, una historia que lo cuenta como una novela para que el lector saque sus propias conclusiones. Lo más impactante fue que les haya gustado tanto a terroristas que están en las cárceles como a militares. Y eso es muy emocionante, porque hasta ahora no había una versión que todos considerasen verosímil y ahora la hay, gracias a Dios.
-¿A qué se debe a la importancia que tuvo la participación de la mujer en una guerrilla de este tipo?
Santiago Roncagliolo: Eran muy importantes las mujeres. Según ellos eran el 40% y de hecho eran, por lo menos, el 60% en la cúpula alrededor de Guzmán. La explicación más coherente que me dieron en la cárcel las mujeres de Sendero Luminoso es que es un país muy machista y los hombres son unos inútiles. Las que son capaces de dirigir contingentes de personas y llevar a cabo proyectos colectivos son las mujeres; ellas son más hábiles. También consideran que eran las más oprimidas y tenían mucha más rabia que los hombres porque se sumaba su condición de mujeres a sus reivindicaciones sociales. Lo que es significativo es que las mujeres siguen siendo dentro de los que están presos el corazón de Sendero. Muchos de los miembros de la cúpula cuando los intentas entrevistar te dicen que lo harán si los autorizan las presas de la cárcel de mujeres y eso es muy impactante, sobre todo porque en el fondo todas estas mujeres veneraban a un hombre e incluso hay en el libro fotos de las mujeres desfilando frente a la imagen de Abimael Guzmán.
-¿Cómo ve los episodios que vienen sucediendo con las FARC y el papel de Chávez?
Santiago Roncagliolo: El último giro parece que permite devolverle a Chávez el papel de mediador. Después de lo que pasó con el niño parecía imposible que Chávez tuviera alguna legitimidad, pero después, con la liberación de Clara Rojas y Consuelo, creo que las FARC le están diciendo a Chávez que quieren que él sea su mediador y le están diciendo a Uribe que pueden liberar gente y hacer el canje humanitario y espero que eso sea posible por los rehenes. Lo que parece estar queriendo hacer Chávez, según sus últimas declaraciones, es tratar de darle una categoría internacional, presentarlos como ejército y que sean considerados como parte deliberante y no como terroristas y delincuentes. Habría que ver si esto es una condición para continuar las negociaciones y suspender los secuestros o lo contrario que suspender los secuestros, y este tipo de acciones sea un primer paso para dialogar y conseguir una solución pacifica en Colombia. Yo tengo mis dudas de si son delincuentes o guerrilleros. Carezco de una información necesaria para responder algo así, pero los métodos y condiciones de secuestro no son muy humanitarios. No sugiere que estemos hablando de una guerrilla, pues uno de los principios básicos suele ser respetar ciertas convenciones humanitarias y ciertas leyes del derecho internacional. Pero, por ejemplo, lo que hizo Sendero en Perú y precisamente en las zonas del narcotráfico, fue constituirse como Estado donde el Estado era peor que ellos y esa información es la que me falta en aquellas zonas del narcotráfico y las zonas cocaleras de Colombia.
-¿Qué papel juega la droga en relación a la guerrilla?
Santiago Roncagliolo: En Perú, y no creo que sea muy distinto a Colombia, la droga cumple varias funciones. Primero, que rompe mucho al Estado y eso hace que la población y, principalmente, los campesinos cocaleros, necesiten un Estado paralelo que los defienda del Estado. Segundo, entra mucho dinero y eso permite financiar a las guerrillas. Cualquier movimiento violento de la zona sabe que puede conseguir dinero de ahí. Tercero, y esto es algo que manejaban Sendero Luminoso y también las FARC, es que el que compra las drogas es Estados Unidos y les importa muy poco que se droguen, pues ellos son sus enemigos.
-¿Cómo ve la segunda presidencia de Ortega en Nicaragua?
Santiago Roncagliolo: Muy distinta que la primera. Lo veo tratando de mediar entre Chávez y Estados Unidos porque no se va a poder librar de ninguno de los dos. Nicaragua es demasiado débil para tener realmente una especie de liderazgo o política independiente de lo que está sucediendo en la región. Por otro lado, Ortega se ha mostrado muy cerca de Chávez en algunas cosas, sobre todo públicas, pero ha seguido negociando con Estados Unidos y eso marca una diferencia fundamental entre las izquierdas de ahora y las que había al principio del sandinismo. El propio Chávez puede gritar mucho contra Estados Unidos, pero es su principal intercambio comercial y nadie está suspendiendo los negocios. Esta retórica se ha convertido en algo más útil para la galería y el público que en el reflejo de una verdadera política de oposición a Estados Unidos, que es el enemigo declarado.
-Teniendo en cuenta que toda América Latina está democratizada, ¿nota que hay demasiada tolerancia hacia lo que sucede en Cuba?
Santiago Roncagliolo: Acá todo el mundo sabe lo que estamos esperando y no va demorar. Ya, desde España, Estados Unidos e incluso en Venezuela, están moviendo sus piezas para cuando muera Fidel y lo hacen con mayor o menor delicadeza. Pero está claro que todos están pidiendo que este régimen cambie, que si él está dispuesto a cambiar pacíficamente los intereses de todos los involucrados -también de los inversionistas extranjeros- van a estar más tranquilos y el propio régimen ha dado señales de que quiere cambiar y que lo va hacer lenta y burocráticamente. Pero es consciente de que la situación es bastante insostenible. Creo que en el caso de Cuba está pasando todo a nivel de negociaciones para el día después.
-¿Qué escenario vislumbra en una transición en Cuba?
Santiago Roncagliolo: Es difícil decirlo, en la medida que tu liberas la economía. Incluso antes de la liberalización política, van a surgir grupos de poder que van a poner en cuestión el poder político. Los modelos que surgen después de la caída del Muro son la Unión Soviética que liberalizó todo y se llenó de mafia, la economía empezó a ser movida por mafias y terminó teniendo un líder como Putin que controla la economía, los recursos naturales, vuelve a muchas cosas de la Unión Soviética para poner un poco de orden y vuelve un régimen autoritario. La otra línea es la China que no libera nada de presión política, que continua ejerciendo un férreo control de la libertad de expresión y sobre sus ciudadanos y que sin embargo va abriendo su economía de una forma controlada y va calculando que va a ser un proceso muy gradual y lento. Estudios de algunos economistas reducen la viabilidad de una transición democrática a si un país tiene 9.000 dólares per cápita, en cuyo caso su transición a la democracia será exitosa y si tiene menos, no. Habrá que ver entonces cómo interactúan los avances políticos con los económicos. Va a ser un proceso demasiado complejo como para hacer un pronóstico.
-En una parte de su libro alguien le sostiene que la democracia había fracasado en Perú y había que volarla en pedazos. ¿Por qué cree que la democracia se critica abiertamente, lo cual era impensable cuando se retornó de las dictaduras?
Santiago Roncagliolo: Porque son democracias muy desiguales. América Latina no es la región más pobre del mundo -de hecho mucho más pobre es África- ni es el más violento, ni tampoco tiene una cantidad de tensión y armas nucleares como Medio Oriente y Asia; pero es el sitio más desigual del mundo y eso crea dos grupos que suelen ser mitad y mitad. O sea, no es que los ricos sean un 10% y que destrocen al resto que es pobre ni tampoco al revés, sino que son muy parejos numéricamente, de los cuales uno se beneficia de la democracia, que son los grupos de clase media para arriba e incluso los grupos que son pobres pero que consideran que pueden estar mejor, sobre todo en las zonas urbanas donde hay industrias y hay desarrollo sostenido. Pero se quedan fuera del proyecto democrático por lo menos la mitad de los países, sobre todo las mitades rurales y que han estado lejos siempre de los servicios del Estado y por lo tanto creen que la democracia no los representan y tanto la ecuatoriana como la boliviana, venezolana y peruana son sociedades muy divididas que no se entienden ni se gustan mutuamente. Lo que a mi me parece importante es saber que ninguna de las dos va a ganar, que no puedes acabar con la otra mitad. En la democracia no gana el que tiene razón sino el que tiene las alianzas que beneficien a más ciudadanos y entonces no hay más remedio de que estas dos mitades se sienten, pacten y vean cómo se van a desarrollar los países. De todos modos, creo que hay muchos avances y ambos lados parecen muy distintos, pero tanto uno como otro participan en elecciones. Hace 20 o 30 años uno apoyaba golpes militares y el otro guerrillas, y ahora nadie tiene fusiles en la mano; se odian, pero se sientan y hablan. Yo creo que por un lado el sector conservador- liberal-democrático se está haciendo más sensible a los sectores más pobres y este sector por su parte se está dando cuenta de que si son más y votan todos juntos ganan las elecciones. Entonces se están acomodando en juegos democráticos, donde a veces se llevan con mejores modales y otras con peores, dependiendo con la situación de cada sitio.
-¿Cómo está viendo el nuevo gobierno de Alan García en Perú?
Santiago Roncagliolo: Creo que es un gobierno que está haciendo bien lo que hizo mal en los 80. Las cifras macroeconómicas son muy buenas, la economía y la democracia están estables, el crecimiento es muy alto; pero el problema es que la pobreza también está estable. De hecho, tenemos un 49% del país que votó contra el sistema democrático que vive en zonas donde las inversiones privadas no llegan o si llegan tributan muy poco y la gente no siente que sirvan para que sus vidas mejoren. Entonces creo que es necesario que el Estado participe en la economía, que dentro del sistema liberal, que este gobierno respeta mucho, es difícil. Y mientras la gente no sienta que en democracia se vive mejor la democracia es frágil y puede votar democráticamente por un líder autoritario, por un antisistema o un outsider. Pero este es un gobierno que está mucho más ordenado macroeconómicamente y democráticamente que el anterior y, por lo tanto, les ha ido mucho mejor que las expectativas que tenían sobre todo las clases medias y altas que fueron las que más perdieron en el gobierno de Alan García de los 80.