Derechos Humanos y
Solidaridad Democrática Internacional

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Observatorio de Relaciones Internacionales y Derechos Humanos

04-12-2019

Mientras tanto Colombia también esta convulsionada

En un principio la demanda era de tenor económico: un desempleo mayor al 10% junto con un paquete de medidas que incluían cambios en la legislación laboral y tributaria que el gobierno de Iván Duque quería sancionar en el Congreso fueron los primeros incentivos para las movilizaciones. Lo que pasó más tarde fue que en medio de las marchas esos reclamos originales funcionaron como canalizador para volver a reclamar sobre las violaciones a los derechos humanos.
Por CADAL

Sin ser la excepción a lo que sucede en otros lugares de la región, en Colombia también se viven días agitación inusual. Desde el 21 de noviembre pasado se están desarrollando a diario y en varios puntos del país manifestaciones por un crisol de reclamos que ya dejaron por lo menos un muerto en manos del accionar de las fuerzas de seguridad.

Estas marchas que por su magnitud no tienen comparación con otras que hayan sucedido en el país durante la presente década fueron originalmente convocadas por el Comité Nacional del Paro, el cual funciona como ente heterogéneo que agrupa organizaciones laborales, sociales, campesinas, indígenas y de estudiantes. En un principio su demanda era de tenor económico: un desempleo mayor al 10% junto con un paquete de medidas que incluían cambios en la legislación laboral y tributaria que el gobierno de Iván Duque quería sancionar en el Congreso fueron los primeros incentivos para las movilizaciones.

Lo que pasó más tarde fue que en medio de las marchas esos reclamos originales funcionaron como canalizador para volver a reclamar sobre las violaciones a los derechos humanos que en Colombia están como una práctica consolidada. En particular se protestó por el asesinato a líderes sociales en manos de grupos armados ilegales que desde 2016 se calcula que fueron cerca de 700 y directamente contra el gobierno por el escándalo de los falsos positivos (por el cual se estima que asesinaron a 4000 civiles para hacerlos pasar como guerrilleros y así simular el numero de bajas enemigas) y las aproximadamente 160 ejecuciones extrajudiciales a ex miembros de la FARC en violación al acuerdo de paz.

La reacción de Duque tampoco ayudo a calmar la situación. Su posición inicial de insensibilidad fue semejante a la de Sebastián Piñera en Chile, por lo que cada vez más se fueron individualizando las protestas en su persona, aunque en este caso no está entre los pedidos populares reformar la Constitución. Cuando las manifestaciones adquirieron una magnitud mayor la respuesta de Duque fue hacer un llamado a los alcaldes y gobernantes definidos en las elecciones de octubre para formar una mesa de “Conversación Nacional” y así consensuar medidas para satisfacer la agitación de las calles.

El problema era que Duque se estaba confundiendo de interlocutores. En el marco de una crisis de representación que excede a Colombia y abarca gran parte del mundo, los líderes que mejor encarnaban el ánimo de los manifestantes no eran precisamente los políticos que hacia poco tiempo habían ganado en las urnas. Como afirmó la propia Claudia López, flamante alcaldesa electa de Bogotá "La ciudadanía en las calles tiene sus propios voceros, sus propias organizaciones y sus propias agendas y demandas. Por supuesto, lo que ellos están esperando es que se los convoque a ellos, a esos jóvenes, a esas organizaciones sociales, a esos ciudadanos para empezar directamente con ellos la conversación o diálogo nacional".

En el último giro de los eventos, el presidente Duque aceptó convocar a los líderes que desde el inicio promovieron las protestas. Los próximos días serán clave para ver si la situación se radicaliza o si se logra una salida consensuada de la agitación.  

 
 
 

 
 
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