La muerte de un disidente cubano y la inconsecuencia argentina en la defensa de los derechos humanos
A diferencia de los gobiernos de la Unión Europea, Chile, España, México, los Estados Unidos y Alemania, la cancillería argentina, desde la cual se declama que el eje de la política exterior se basa en la defensa y promoción de los derechos humanos, no emitió ninguna expresión de condena o, al menos, de preocupación. El silencio oficial frente a la muerte de este disidente en Cuba y, en general, a la obscena violación de los derechos humanos por parte del régimen de partido y pensamiento único cubano, es aún más sorprendente al recordar lo expresado por el titular de la Cancillería, Héctor Timerman cuando se desempeñaba como periodista. Pero la inconsecuencia no se limita al actual canciller, sino que a todo el gobierno que representa, a sus ideólogos intelectuales y a los organismos de derechos humanos que lo apoyan.